Negro, el perro de la cuadra

Rodrigo F. Chois

Esta historia comienza en los albores de la humanidad, cuando descubrimos cómo encender fuego y nos acomodábamos a su alrededor.

Fue en una de esas noches cuando se acercaron por primera vez los viejos lobos, inteligentes criaturas hambrientas de carne, pero también de compañía.

Desde entonces, el perro entrelazaría su destino con el del hombre.

Desde Argos, el perro de Odiseo que lo esperó hasta su regreso de Troya, hasta Laika, que conquistó el espacio antes que nosotros.

Nadie sabe ni cuando, ni cómo llegó Negro, un perro callejero, a la cuadra del barrio Santa Rita en Cali.

Lo cierto es que llegó para quedarse y convertirse en el guardián de la calle, sin correa ni ataduras.

No tiene dueño, no tiene casa, pero todos lo alimentan.

Y él, a cambio, vigila.

recorre la cuadra de arriba abajo, le ladra a los indigentes y los sigue hasta que abandonan su territorio.
Negro lo bautizaron.

Y sabe, como los antiguos lobos, que el humano provee y él protege.

Y sin lugar a dudas, ha establecido con los habitantes de la cuadra un acuerdo que va más allá del alimento y del abrigo: no pide nada, pero se queda; no obedece órdenes, pero vigila; no es leal por obligación, sino por elección.

Cuando mi hermana me contó su historia, lo que más me conmovió de él fue su libertad: podría irse en cualquier momento, pero eligió quedarse; tal vez para recordarles a los residentes del sector que no son las correas ni los lazos los que nos unen, sino propósitos, y que el verdadero sentido de pertenencia nunca podrá ser impuesto sino elegido.

Comments

martes 4 de febrero, 2025

Otras Noticias