Perú crisis institucional

Alberto Ramos Garbiras

Martín Vizcarra asumió la presidencia en el año 2018 cuando fue defenestrado el presidente PPK en un juicio político exprés, siendo acusado dentro del escándalo de Odebrecht; le aplicaron también la figura de la incapacidad moral. Su fórmula vicepresidencial había sido Martín Vizcarra, ex Gobernador de Moquegua.

La misma forma de sacarlo del poder que ahora lo dejó por fuera del palacio presidencial. Esta salida abrupta sumió a Perú en una crisis política, institucional, económica y jurídica. Muy preocupante porque la pandemia hizo aflorar todas las lacras que estaban dormitando o camufladas. Organizaron a horcajadas la mayoría de investigados y perturbados por las políticas de Vizcarra que, quería corregir el rumbo del país.

Ya lo había intentado hace dos meses y no les funcionó. Lo que hicieron fue hacer explotar la olla donde la cocción no aguantó más y la gente rechazó la impostura de Manuel Merino que con su presidencia efímera y espúrea hizo reventar la caldera social. Manuel Merino no era el personaje competente para encarar la crisis.

Solo permaneció 5 días en el cargo; es un hombre gris, mediocre, sin formación académica, obtuvo solo 5.000 en la última elección a Congreso y viene haciendo presencia desde el año 2002 sin aportes en leyes significativas. Manuel Merino, un dirigente de Tumbes que pertenece a un partido de centro-derecha (Acción Popular).

Merino en esta última etapa ha venido agenciando los intereses del sector privado que manejan las inversiones en las universidades. Precisamente El presidente Vizcarra había presentado una reforma educativa para mejorar la calidad de la educación superior que está en gran proporción en manos de “directivos académicos”, con aspiraciones comerciales: La mercantilización de la educación.

Ellos hicieron parte del lobby para lograr la expulsión de Martín Vizcarra. El señor Merino armó rápidamente un gabinete nombrando como Primer Ministro a AnteroFlores-Araoz, de poca reputación, racista y negacionista de los derechos de las minorías, esto generó inmensas reacciones. Merino ante la oleada de protestas tuvo que renunciar, parte de la misma clase política que lo entronizó le aconsejó que renunciara para calmar los ánimos. Escogieron a Francisco Sagasti, un ingeniero industrial de buen nombre, vinculado a la academia y con una hoja de vida pulcra. Volvieron las expectativas favorables.

No era conveniente ni oportuna esa declaratoria de vacancia contra Vizcarra por la situación actual, el problema sanitario creado por la pandemia del Covid-19 y el frenazo económico del país. El período de Vizcarra era el de PPK y estaba por cumplirse en abril de 2021.

Los hechos delictivos que le imputaron no estaba cumplida la investigación. Ese estallido social reventó ante la acumulación de eventos desagradables que venían dándose: Los escándalos sobre Fujimori revividos porla conducta desviada de su hija Keiko, con una bancada de congresistas deconducta aviesa ; las investigaciones judiciales contra los expresidentes Alejandro Toledo, Ollanta Humala, PPk Kuchisnsky, y las dudas sobre la conductade Alan García ante el suicidio. Todo se acumuló para desatar la ira popular.

En Congreso está desprestigiado y los partidos políticos también. La gente se mostró indignada contra la clase política, gritaban la expresión “ni Vizcarra ni Merino”. Perú tiene una constelación de partidos políticos con un pluripartidismo inestable, sin liderazgos sobresalientes, en medio de una corrupción galopante, en connivencia con el sector privado . Como lo expuso el analista: “Los financistas de la política peruana trabajan para dinamitar el estado de derecho, para que no se inmiscuyan ni afecten sus negocios”.

Así, poco a poco, hicieron colapsar el derecho y la política. Los populismos de derecha y de izquierda ya se ensayaron, despertaron fervor y triunfos, y al final, produjeron desconcierto y desánimo.

Se fraguó una especie de golpe de Estado atípico por la vía del Congreso, que como ha ocurrido el diferentes ocasiones(Honduras,Paraguay, Brasil, Bolivia), acuden a cancamusas y ardides o artilugios constitucionales para sacar al presidente del poder y, entre una coalición de congresistas de diferentes partidos políticos que no pudieron ganar la elección presidencial buscan obtener la presidencia y el manejo de todo el aparato del Estado por la vía de una juicio simulado, orquestado por un sector que busca conquistar el manejo del presupuesto estatal.

Ni Curzio Malaparte, quien categorizó las clases de golpe de Estado, intuyó ni incluyó el que le hicieron a Evo Morales(Bolivia), A Mel Zelaya(Honduras), a Fernando Lugo(Paraguay),a Dilma Rouseauf(Brasil), a Pedro Pablo Kuchimsky(PPK) y a Martín Vizcarra(Perú). Peor aún, está en marcha un golpe de Estado más torticero, el que intenta Donald Trump, quien sin posesionarse el nuevo presidente electo, Joe Biden, busca no dejarlo posesionar intentando seis fases de obstrucción. 1) Las demandas electorales ante las autoridades federales. 2) El bloqueo con de las certificaciones que expide la autoridad federal electoral. 3) Las legislaturas federales ante la indefinición, convertidas en colegio electoral regional. 4) Buscar que el congreso defina o dirima el paralelismo de colegios electorales, tratando de cuadrar la mayoría republicana,6) Entrabar la situación, al esperar que la Corte Suprema de Justicia resuelva todo el galimatías generado, habiendo cuadrado la mayoría de magistrados previamente.

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domingo 29 de noviembre, 2020

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