Petro el moderado

Víctor Manuel García

El domingo 7 de agosto de 2022, sin lugar a dudas tiene un puesto reservado en la historia de Colombia, ya que ha conmemorado la posesión del primer presidente de izquierda de nuestro país, lo cual se ve potenciado con el hecho de su pasado exguerrillero.

Y está reservado en la historia porque hace pocos años se veía como un hecho político con poca probabilidad de ocurrencia en un país que siempre ha optado por decisiones conservadoras y tradicionales que propenden, a pesar de sus difíciles situaciones sociales y económicas, por la preservación del “statu quo”, sin tener en cuenta la realidad de ser uno de los países más violentos del hemisferio y uno de los más inequitativos y desiguales del mundo.

El evento de cambio de mando presidencial estuvo, como era de esperarse, marcado por una gran cantidad de actos simbólicos, entre los cuales se destacaron el impase con la “espada de Bolívar” (un error que se suma a la larga lista de Iván Duque), la presencia como invitados de personas humildes que representaron esa cercanía que busca demostrar el nuevo Presidente de la República con el pueblo, la imposición de la banda presidencial por María José Pizarro, hija del extinto comandante del M-19 Carlos Pizarro, la gran presencia de actividades culturales por todo el territorio nacional, entre muchas otras.

Sin embargo, este acto tiene como eje central la intervención del nuevo mandatario de los colombianos, ya que es allí y como única oportunidad que los nuevos presidentes marcan con su discurso un avance del derrotero que tendrá el ejercicio de su gobierno.

El discurso de Gustavo Petro, el cual fue sorpresivamente para muchos muy moderado en su contenido y planteamientos, deja en el ambiente un clima que baja las tensiones políticas e incertidumbre económica y que por supuesto, apuesta por dejar sin asiento argumentativo a una derecha extrema opositora que tendrá que encontrar nuevos caminos con el pasar de los días para recobrar una identidad creíble y sólida.

Son diversos los puntos que llaman la atención de este discurso, entre ellos su carácter capitalista, haciendo en diversos apartes un llamado por el fortalecimiento de la producción y la industria nacional como eje para la creación de riqueza, un mensaje que a todas luces da un parte de tranquilidad para todos los sectores gremiales e industriales presentes en el país, a quienes de manera intrínseca en medio de su alusión a la reforma tributaria, los invitó a hacer partícipes de su proceso de transformación social.

Otro punto a resaltar es la intención de Gustavo Petro de jugar un papel protagónico en algunos aspectos del orden internacional, un ámbito que por múltiples razones y torpezas, Colombia a pesar de su potencial y ubicación geoestratégica nunca ha podido capitalizar.

En sus menciones hacen prever una agenda muy activa en procesos de integración con otros países de la región y en una zona que se ha dejado históricamente relegada, la región del Caribe, una zona que en los últimos lustros ha tomado relevancia geopolítica enmarcada en una agenda económica mundial.

Sin duda dos aspectos que son foco de atención por el papel que juega Colombia en la agenda global, son, en primer lugar, el llamado a la comunidad internacional para cambiar la forma de combatir el narcotráfico, un llamado arriesgado y atrevido pero necesario teniendo en cuenta la difícil historia de nuestro país con este flagelo.

En segundo lugar, pero no menos importante fue la propuesta concreta y directa a la condonación de deuda externa con el objetivo de fortalecer procesos de conservación del medio ambiente para combatir el cambio climático, estableciendo en estos dos puntos un proceso de corresponsabilidad y de trabajo conjunto para enfrentar amenazas de carácter global y transnacional.

Ahora, el llamado a la pacificación del país, que articulado con la intervención del presidente del congreso, Roy Barreras, son una clara apuesta central del gobierno que apenas empieza, un gobierno encabezado por un Presidente que nunca ha escatimado esfuerzos durante las dos últimas décadas por abogar por soluciones pacíficas al conflicto con los distintos grupos armados al margen de la ley.

Sin duda el domingo tuvimos sorpresas, desde el acto de la espada de Bolívar, hasta la imposición de la “banda presidencial” por María José Pizarro, pero especialmente la tuvimos en lo fundamental, en la moderación meticulosamente medida y planeada de la intervención del nuevo Presidente, que a todas luces buscó dejar claro que va a apostar por cambios, muchos de ellos estructurales, pero sin dejar a un lado la estabilidad política, institucional y económica del país.

En mi opinión la anterior ha sido una grata sorpresa, la cual comenzará a estar refrendada o no en sus primeros cien días de gobierno, solo allí podremos decir si efectivamente tenemos un Presidente Petro moderado.

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lunes 8 de agosto, 2022

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