Petro en su laberinto

Víctor Manuel García

Pasan los días y parece que el presidente cada vez se encuentra más “empantanado”, pues no parece avizorarse en el horizonte el cómo Gustavo Petro como cabeza de gobierno, logre recomponer muchos aspectos en los cuales la sociedad colombiana en general tenía grandes esperanzas y expectativas.

Hoy el tema de seguridad sin duda acapara todos los reflectores y aún más en el suroccidente colombiano, región donde se comienzan a vivir los estragos de la confrontación armada en las zonas rurales.

Si bien es cierto que esta situación de zozobra en términos de seguridad se debe en gran medida al incumplimiento de los acuerdos pactados en La Habana, responsabilidad que recae prácticamente en el expresidente Iván Duque y su equipo de gobierno, también es verdad que el Presidente Petro no ha sabido afrontar la amenaza, pues parece no entender las dinámicas particulares de esta nueva mutación del conflicto colombiano.

De igual forma, el gobierno está adoleciendo en gran medida de falta de ejecución presupuestal que “pongan a rodar” la tan publicitada agenda social en esa Colombia profunda, y en algunos de esos programas que comienzan a tener “vuelo” la sombra de la corrupción ha acechado ese despegue, o sino solo basta ver el caso de Olmedo López, que fue deshilando uno de los peores escándalos de corrupción del último lustro a partir de la compra de los tristemente celebres carrotanques para la Guajira.

También es cierto que el Presidente, fiel a su historia de confrontación y no de concertación, pues fue a través de un discurso “anti-políticos tradicionales” que hizo su camino hacia la presidencia de la República (no si antes reconocerle su valentía cuando era congresista, en atreverse a investigar y exponer ante la justicia y la opinión pública la terrible “parapolítica” y de numerosos casos de corrupción), confrontación que lo ha llevado a perder las mayorías en el Congreso, lo que ha derivado en que su margen de maniobrabilidad se vea reducido y por si fuera poco, su relación con las altas Cortes, especialmente la Corte Constitucional y el Consejo de Estado, hoy no se encuentran en su mejor momento.

Sin duda el presidente hoy se encuentra en una encrucijada, en un laberinto que parece que no tiene una salida fácil y lo que dificulta aún más esta situación es que en ocasiones Petro parece estar más interesado en conflictos que suceden más allá de las fronteras, opinando y en algunos casos polemizando sobre temas que Colombia, en su realidad de país periférico, poco o nada pesa su posición, pero que en todo caso generan un desgaste adicional y le da “pie” a la oposición para que se meta en esas discusiones erosionando aún más la imagen del Presidente, aún con la pobreza argumentativa de su ejercicio opositor.

Por último y como si lo anterior fuera poco, el presidente en los últimos meses, ha empezado a soslayar su ya pobre relación con los medios de comunicación tradicionales, que aún pesan y mucho en la construcción de la imagen de un funcionario de cualquier rango en el país, a la vez que lanza por doquier de manera irreflexiva propuestas que generan mucho eco en las redes sociales, pero que de trasfondo técnico no tienen nada y lo único que generan es incertidumbre en la tambaleante economía del país.

Las encuestas muestran a un presidente desgastado, y eso teniendo en cuenta que aún no ha llegado a la mitad de su mandato, pues todas ellas arrojan como resultado que el nivel de aprobación de Gustavo Petro ronda entre el 26% y 35% y su desaprobación en todos los casos está por encima del 60%.

Si el presidente no fija un rumbo claro y no comienza a construir canales de concertación va a ser muy difícil que en los próximos dos años que le quedan de gobierno, Gustavo Petro pueda salir de su laberinto.

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miércoles 19 de junio, 2024

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