Poner la bandera, más que un salto
Llegué a este mundo en 1969, un año especial y singular. Especial por el gran concierto de Woodstock, un evento multitudinario donde la música se convirtió en un elemento de unión y esperanza en medio de los tormentosos vientos de guerra que angustiaban al planeta.
Y singular, por el alunizaje del Apolo 11, un “gran salto para la humanidad” que se simbolizó con la colocación de la bandera estadounidense sobre la superficie de nuestro satélite lunar.
Cincuenta y cinco años después, el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, promete que pronto los astronautas colocarán la bandera estadounidense en el planeta Marte. Este compromiso se alinea perfectamente con una frase que expresó en su discurso de posesión y que me llamó profundamente la atención: “In the U.S., theimpossible is what we do best”.
Pero, ¿Qué significa poner la bandera en Marte? De lograrse, sería sin lugar a dudas uno de los hitos más trascendentales de la historia de la humanidad. Independientemente de que sea la nación americana quien lidere la hazaña, este logro nos transformaría de una especie planetaria a una interplanetaria, abriendo un nuevo capítulo en nuestra historia y haciendo realidad la profecía o predicción de Carl Sagan de que la humanidad está destinada a las estrellas.
Poner la bandera es un símbolo de superar dificultades, de alcanzar metas, como cuando se conquista la cima de una elevada y escarpada montaña tras mucho esfuerzo y determinación. O es el descubrir un nuevo y hermoso mundo, como lo hizo Colón, quien afirmó: “Nunca podrás cruzar el océano hasta que tengas el coraje de perder de vista la orilla”.