Quién creyera esas raras colecciones

Luis Ángel Muñoz Zúñiga

Quién creyera. El Darién tiene museo de piezas precolombinas. Felidia, el “museo del carajo”: cosas insólitas. La Cumbre un museo de mil curiosidades, entre otras: cámaras foto agüita, telescopios de bolsillo con lente de ilusión fotográfica para ver en tamaño natural a la novia, candelas que funcionaban con piedra combustible, vasos escolares obsequiados por la “Alianza para el Progreso”, juguetes de cuerda, navajas que los barberos afilaban en un cuero adherido a la silla. Una pizzería en La Loma de La Cruz, que mientras sirve los pedidos, invita al sótano con botellitas de gaseosas de hace un siglo, victrolas manuales, radios antiguos, prendas de la nueva ola y discos de 78 revoluciones. Quién creyera tantas cosas viejas seductoras. Jamás, cosas nuevas recién envejecidas por los americanos. Pepe Beto, no pecaré de infidente, me sorprendió con su colección de títulos raros, que sólo enseña a contertulios en su biblioteca: “Tratado de detestabilidad”, Frank Kalero; “EL derecho a la pereza”, Paúl Lafargué; “El arte de holgazanear”, Hernán Moreno; “Diccionario del arribista eficaz”, Hernando Reyes; “La estupidez”, André Glucksmann; “La sociedad de la ignorancia”, Goncal Mayos; “Breve historia del acto de fumar”, Sander Gilman; “Historia cultural de la mierda”, Florian Werner; “Historia política del pantalón”, Christine Bard; “La estructura libidinal del dinero”, Horst Kurnitzky; “Cachondeos, escarceos y otros meneos”, Camilo José Cela. A propósito de Cela, descubrí escritos lujuriosos del discreto novelista español: “Los amores paganos”, “Los palpamientos irreversibles”, “Parábola de la dama atrapada”. ¡Cómo cambian los tiempos! Todavía recuerdo mi expulsión de clases cuando me hallaron una novela furtiva de Hernán Hoyos.

Comments

viernes 28 de febrero, 2025

Otras Noticias