¿Quiere crecer más? Cultive a su familia

Jaime Alberto Leal Afanador - Rector UNAD

Familias perfectas no hay. Porque están incompletas, porque no están reunidas, porque enfrentan problemas o porque están desunidas.

Son múltiples los conceptos que hay en torno de lo que es una familia. La llamada familia tradicional, de padres, madres e hijos, ha ido cambiando de concepto.

Ya se habla también de familias extendidas (que incluyen a abuelos, primos, sobrinos…), familias monoparentales (en donde falta el padre o la madre), familias homoparentales (padres del mismo sexo, con o sin hijos adoptados o de uno de ellos), familias adoptivas (bien sea por vía de la adopción legal o afectiva de algunos de sus miembros) y familias reconstituidas (tus hijos y mis hijos), entre otras. Incluso, las mascotas ya han entrado a hacer parte activa, y muy protagonista, en muchísimas familias.

Más allá de quiénes conformen su familia, sus coincidencias y diferencias, vínculos y formas de interacción, permítame invitarle a reflexionar sobre lo que “su” familia (incluidos todos los miembros, los recuerdos, las diferencias y las sonrisas y aportes) representa o debe representar para Usted.

Porque, aún en la imperfección, la familia (o aquel núcleo directo que Usted considere como familia, con el que más conviva, comparta recuerdos, dramas y sueños, comida, ahorros, trabajo y dinero, entre otros) es, tal vez, el primer espacio en el que podemos realizarnos como personas, superar nuestras propias limitaciones y soñar.

Es distinto del proyecto que construimos en el estudio o el trabajo, que también son espacios de crecimiento personal, profesional e intelectual, pero que no representan la misma dimensión de confianza y de intimidad.

Incluso en las diferencias, hay algo que nos une a nuestra familia, y que nos lleva a aceptarla, a perdonar, a pedir perdón, a respaldar, a contribuir, a alegrarnos por el bien del otro o a angustiarnos por sus desgracias.

Ese algo puede estar vinculado con el impulso de la misma sangre, una convivencia intergeneracional, la sobrevivencia ante épocas difíciles, la complicidad y el silencio ante los fallos y las maldades de alguien de la familia, el afecto aprendido y transmitido, o la correspondencia moral que consideramos que debemos tener hacia quienes nos han dado algo y se han preocupado por nosotros, o todos los anteriores.

Muchos dirán que poco o nada de gratitud y favores deben a su familia. Y si de lo que se trata es de listar razones para explicarlo, es muy posible hallar conductas, deudas, ofensas, reclamos, comentarios y compromisos incumplidos con nosotros. Ya he dicho que no hay familias perfectas.

Pero debemos considerar que cada uno de nosotros también es protagonista en su familia, y así como esperamos y pedimos algo de padres, hermanos, tíos, hijos, parejas, abuelos… todos ellos también esperan y piden algo de nosotros, y con total seguridad Usted, como yo, hemos salido a deber algo.

Y aún así, pese a nuestros fallos, la familia casi siempre (por no decir que siempre) está ahí. Es el escenario donde aprendemos con los consejos y de los errores, sin que se nos califique como en la escuela; es el nicho donde construimos proyectos de vida, expresamos libremente nuestros sueños, ilusiones, miedos y frustraciones, sin miedo a ser desvinculados o catalogados por nuestra conducta, como pasa con las empresas; es donde una simple mirada o comentario de nuestros seres queridos influye más que el sermón de una iglesia, y en donde libremente podemos reconsiderar la forma de convivencias, sin tener que cumplir protocolos legales, comerciales o laborales, como pasaría en otro lugar.

La idea de familia tiene un enorme peso en todos, incluso en quienes han vivido en hogares disfuncionales. Ellos saben de la importancia de la unidad, la solidaridad, la hermandad, el servicio, el cariño desinteresado y la colaboración.

Si su experiencia no ha sido del todo positiva, sueñan con construir su propia familia, bajo estos principios y con los valores de unión, entrega y compromiso que tal vez no vivieron en sus entornos.

Y ni qué decir de quienes han contado con la fortuna de tener maravillosas familias, pues ellos añoran con preservar dicho tesoro.

Independientemente de la integración, las leyes y los problemas, la familia seguirá siendo el núcleo primario de la sociedad, y es nuestra responsabilidad dar lo mejor de nosotros para que quienes nos rodean directamente se beneficien de nosotros y nosotros crezcamos gracias a ellos.

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miércoles 14 de mayo, 2025

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