Repensar el servicio público
Los seres humanos somos por naturaleza criaturas sociales, por consiguiente, la calidad de nuestras relaciones personales y actitud de servicio definen nuestro bienestar y en gran medida el bienestar de los demás de una manera determinante.
Por estos días, próxima a dejar mi cargo como Secretaria de Educación, hacía un balance de mi gestión y me preguntaba cuál debe ser la principal cualidad de un servidor público, al cabo de una larga reflexión y explorar varios atributos como honestidad, efectividad, integridad, empatía, compromiso, entre otros, llegue a la conclusión de no estar viendo lo evidente y está contenido en su mismo nombre es el “servicio”, toda vez que es su esencia por naturaleza, se trata entonces, de reivindicar así parezca obvio que el servidor público está en función de la comunidad, por tanto el atributo misional es servir.
No obstante, pareciera que para estos tiempos su significación se ha desdibujado hasta el extremo como titular de prebendas, disfrute de prerrogativas, fueros, inmunidades y todo en cuanto concierne a privilegios exclusivos y excluyentes.
Conforme a lo anterior, revisando varias encuestas encontré reveladores datos que muestran la aminorada confianza de los ciudadanos en las instituciones y la falta de credibilidad en los servidores públicos, seguramente entraña relación de causalidad con lo expresado anteriormente, sumado a los reiterados comportamientos cuestionables protagonizados por servidores públicos que se valen del cargo para sacar ventaja y no para servir con amor a los demás y responder a la confianza depositada.
De otra parte, leía en los diferentes medios de comunicación como el electo presidente de Argentina Javier Milei tomaba medidas extremas pero necesarias para sacar a su país de esa grave crisis, todo derivado precisamente de la incompetencia y altos niveles de corrupción de anteriores gobiernos, de allí surge el interrogante ¿debemos esperar tomar ese rumbo o es necesario actuar anticipativamente?, pensaría que no debemos permitir que se siga socavando y debilitando el ejercicio funcional de servidor público como un ciudadano de mayor categoría, sino apenas el puente que permite articular el poder estatal con las necesidades colectivas, solo así, podemos recuperar la fe en las instituciones.
Mi invitación a todos aquellos que asumen los diferentes cargos públicos a partir del 1 de enero, es a repensar el servicio público y actuar con coherencia desde el primer día con sus promesas de campaña, siendo transparentes, imparciales, diligentes, amables, humildes, respetuosos, resilientes, austeros, eficientes y que respondan a las necesidades y demandas de la comunidad de manera incluyente, pero por encima de todo con una alta dosis de servicio a los demás velando por el interés público en la toma de decisiones.
Tal como sucede en Dinamarca donde existe un fuerte sentido de comunidad y altos niveles de compromiso cívico.
Quisiera concluir con la invitación que nos hizo el Papa a tomar conciencia y a tener coraje para ayudar, no solo actuar individualmente, sino a ser promotores de formas nuevas de acoger y servir en comunidad.
Los exhorto a desafiar las formas en que “siempre se ha hecho”.