Rodéate de los mejores

Ana Janeth Ibarra

A lo largo de mi vida he tenido la oportunidad de experimentar en carne propia las bondades que representa estar rodeado de los mejores, elegimos acompañarnos de gente igual o mejor para que los resultados sean altamente positivos. En este orden de ideas, el trabajo en equipo, las relaciones interpersonales, el adecuado análisis de los perfiles y las competencias de cada uno son elementos claves de éxito.

Cuando nos rodeamos de individuos competentes, cualquiera puede asumir la segunda voz, ellos tienen la capacidad de asumir nuestro rol y esto permite potenciar el crecimiento y los resultados porque hay suficiente fuerza, destreza, inteligencia y habilidad en todo el equipo de trabajo.

El éxito no se logra siendo solitario e individualista, debemos trabajar en equipo, porque las relaciones que tengamos con los demás determinan en gran medida los logros que podamos alcanzar, es importante rodearnos de personas que nos motiven y permitan ser cada día mejor. La clave es tener a nuestro lado aquellos hombres y mujeres que no te abandonan a la primera señal de malos momentos y que siguen ahí cuando pasan las peores tormentas. Pero, debemos evitar a toda costa a los que nos hacen dudar, los que juzgan sin fundamento e intentan infundir miedo al fracaso, proyectando sus propias inseguridades.

La dinámica de la vida nos ha enseñado que seguramente vamos a fracasar algunas veces. Las pérdidas y las derrotas son inevitables, por eso, es fundamental estar bien rodeado para que sean esas personas las que te ayudan a superar esos momentos y así evitar que caigan sobre ti cuando estás derrumbado.

Mientras más competentes son las personas que nos rodean, con mayor rapidez nos damos cuenta de nuestras debilidades y, esa revelación es la motivación suficiente para aprender de ellos e impregnarnos de esa energía para intentar ser mejores. Por eso, no dudemos en estimular, reconocer y premiar a los mejores. Si no lo hacemos, se puede estar propenso a sufrir el síndrome de Cronos, que en términos generales, se refiere al miedo patológico del sujeto que ocupa un cargo superior de promover a sus subalternos por temor a ser desplazado o sustituido, y de él se deriva una exagerada necesidad de evitar el crecimiento de los subordinados y asignarlos a cargos de poca responsabilidad, invisibilizándolos para evitar que opaquen su gestión.

Sin embargo, debemos adaptarnos a cualquier equipo de trabajo, especialmente en lo público, porque seguramente no tenemos la potestad de elegir quien acompañará nuestra gestión. Desde esta perspectiva, el éxito y la gobernabilidad sobre los resultados estará sujeta a identificar, guiar, potenciar y reconocer los talentos. Dado que si no podemos seleccionar nuestro equipo, es nuestra responsabilidad convertirlos en los mejores.

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viernes 14 de julio, 2023

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