Un mural como testigo

Rosa María Agudelo

Este domingo se inaugura en el barrio Belén un majestuoso mural hecho con 65.000 tapitas de envases, financiado por la Fundación Carvajal.

He participado en todo el proceso y me resulta inspirador constatar el poder sanador del arte y sobretodo la importancia de las creaciones colectivas. La idea del mural nació en el marco del paro nacional.

La idea inicial era plasmar las vivencias de los jóvenes que habían hecho parte de la primera línea. En las reuniones iniciales primaba el dolor y surgían imágenes violentas.

En la medida en que avanzaban las reuniones de ideación, que servían como espacios de catarsis y en que a su vez avanzaban proyectos sociales en el sector, fueron apareciendo imágenes que hablaban de unión y esperanza.

Finalmente el mural cuenta una historia de resiliencia, capacidad de una persona de sobrellevar situaciones difíciles, más que de resistencia.

Así es Siloé, una comunidad que ha superado todo tipo de situaciones y que sale adelante con trabajo en equipo y una solidaridad increíble.

El paro del año pasado lo asociamos a los jóvenes y a ellos los etiquetamos como vándalos. He estado en el centro de sus actividades y esta imagen parcial con la que muchos se quedaron es errada.

El trabajo de la mayoría de ellos durante estos 18 meses habla por sí sola. Los jóvenes han sido protagonistas para sacar adelante iniciativas como las del mural, la ruta turística Isabel Pérez, muchos de los comedores y huertas comunitarias.

Ellos han trabajado hombro a hombro con otros líderes sociales de sus barrios, con Compromiso Valle y con los empresarios, demostrando que a través de la cooperación se pueden derribar barreras y develar estigmas.