¿Un outsider? ¿Será el turno para Colombia?
La polarización en Colombia ha llegado a un punto dramático.
En un país donde lo natural abarca una rica paleta de colores, en lo político nos hemos visto reducidos al blanco y negro. Y no es casual.
La gran mayoría de ciudadanos que vive en esa “zona gris”, indiferente a la política y que solo desea trabajar y vivir en paz, se siente cada vez más obligada a tomar partido.
La presión viene de quienes –unos más que otros– consideran que quien no piensa como ellos es un enemigo.
En este escenario, parece haberse creado el caldo de cultivo perfecto para que surja alguien “de afuera”.
Un outsider, como dicen en inglés, para quien la falta de experiencia política no solo no es un obstáculo, sino un activo valioso en medio del descontento ciudadano.
Ese “alguien” estaría por encima de los partidos y movimientos que han representado corrupción, ineficiencia y desconexión con las preocupaciones de la gente, como sucedió con Donald Trump en Estados Unidos.
Sería alguien capaz de comunicarse de manera directa y clara con el público, sin discursos elaborados, usando un lenguaje cotidiano que lo haga ver auténtico.
Y gracias a las redes sociales, también es percibido como una figura cercana, como lo fue Nayib Bukele en El Salvador.
Ese individuo tendría ideas simples para abordar problemas complejos, incluso ideas radicales, pero bien recibidas por una población desencantada, especialmente entre una juventud que sueña con una economía en crecimiento, como ocurrió con Javier Milei en Argentina.
¿Será el momento de que Colombia se atreva a probar con un outsider? Creo que sí…
¡y ojalá sea una!