Una compra impopular pero necesaria

Se ha abierto nuevamente la discusión de la compra de aviones de combate para el país, aviones que entrarían a reemplazar a los ya viejos y obsoletos Kfir que llevan casi medio siglo de su entrada en operación.

Personalmente pienso que se equivocan profundamente quienes se oponen a este gasto, si gasto porque es eso, pero es un esfuerzo económico necesario por impopular que parezca o por costoso que se pueda percibir.

En realidad, esta es una necesidad, una compra que puede tener una vigencia de treinta y hasta cuarenta años hacia adelante y que se convierte en la columna vertebral de la disuasión militar, un aspecto crucial en términos de seguridad nacional que, en un momento dado, incluso podría salir más costoso no tener unas buenas aeronaves.

Pero ¿por qué hacer un esfuerzo económico de mayúsculas proporciones si hoy Colombia no tiene alta probabilidad de tener una confrontación militar? Muy bien, pues precisamente por eso, hoy no la tiene, pero el contexto internacional e incluso regional está muy convulsionado y no sabemos en qué podría derivar en una o dos décadas a futuro y el país no puede quedarse sin la posibilidad de disuasión, aún más cuando incluso en relación con sus vecinos, Colombia está en clara desventaja.

Por ejemplo, no se puede obviar que Venezuela cuenta en su flota con aviones Sukhoi 30 e incluso F-16, que Brasil acaba de cerrar un contrato de compra de un lote de 36 Gripen, Chile cuenta con los avanzados F-16 y Perú está a punto de cerrar la compra de 24 aviones franceses Rafale.

En otras palabras, el país está en una clara posición de debilidad en relación con su fuerza aérea y eso sin tener en cuenta los conflictos limítrofes con Nicaragua y Venezuela.

Hay que tener algo claro, esta compra no se debe hacer pensando en el conflicto armado interno, se debe hacer para salvaguardar la soberanía nacional y son herramientas que, en su momento, dado el caso, saldría verdaderamente costoso no contar con ellas, pero que su fin principal es la disuasión, es decir mandar un mensaje que “no es buena idea meterse con Colombia en términos militares”.

En este momento hay tres opciones que está estudiando el gobierno nacional y la cúpula militar de la Fuerza Aeroespacial Colombiana: el Gripen sueco, el Rafale francés y los F-16 de segunda norteamericanos.

Esta es una decisión que se debe tomar con la mayor prudencia, seriedad y rigurosidad técnica y financiera y debería estar ajena al vaivén político, aunque con el ambiente de polarización eso parece una tarea imposible en una “patria boba” como Colombia.

En mi opinión, la compra de los aviones no es un “embeleco”, es una decisión trascendental, importante y prioritaria para el país, para su seguridad y en últimas para la tranquilidad de todos los que habitamos en él.

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jueves 21 de noviembre, 2024

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