Desde la sala de redacción, 35 años de periodismo

Buenaventura: la ciudad que Colombia dejó atrás

Foto: ChatGPT
viernes 11 de julio, 2025

Por: Rosa María Agudelo – Directora Diario Occidente

Por: Rosa Maria Agudelo Ayerbe – Directora Diario Occidente

Cada vez que voy a Buenaventura, me surge la misma paradoja.

Un gran puerto, uno de los más estratégicos del país, rodeado de una ciudad marcada por el abandono, la pobreza y la violencia.

La contradicción es evidente. ¿Cómo pueden convivir el desarrollo y el rezago? Esta pregunta ha estado vigente durante toda mi carrera periodística y su respuesta es demasiado compleja.

Si a los colombianos les preguntamos cuánto del comercio exterior se mueve por Buenaventura, seguramente se acercan a la respuesta, pero si les preguntamos cuál es el nivel de pobreza o de pobreza extrema, no lo sabrán, menos el nivel de alfabetismo o de dependencia económica.

Un puerto clave en el mapa global

Ubicado sobre el Pacífico colombiano, Buenaventura es el punto de conexión con los mercados de Asia y Norteamérica.

Su relevancia para la economía nacional es innegable: aproximadamente el 45% del comercio exterior de Colombia pasa por sus muelles, movilizando alrededor de 18 millones de toneladas de mercancías al año, según cifras oficiales.

El informe del Banco Mundial sobre rankings de productividad portuaria, ubica a Buenaventura como el tercer puerto en América Latina y el 21 a nivel mundial.

Sin embargo, el desarrollo de la ciudad no ha estado a la par de la importancia estratégica del puerto.

El contraste es contundente. El 33,3% de la población de Buenaventura es pobre multidimensionalmente, según el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) del Dane a 2022.

En comparación, el promedio nacional de pobreza multidimensional en Colombia es del 12,1%, lo que significa que en Buenaventura la pobreza multidimensional es casi tres veces mayor que en el resto del país.

Este indicador evalúa privaciones en educación, salud, vivienda, empleo y acceso a servicios básicos.

Las cifras de Buenaventura más allá de las toneladas de carga

Buenaventura no es solo un puerto estratégico para el comercio exterior de Colombia.

Es también una ciudad con desafíos profundos en pobreza, empleo, salud, educación y seguridad. La radiografía de Buenaventura es dramática.

La ciudad enfrenta una grave crisis social y económica. El desempleo estructural sigue siendo un problema crítico: el 43,5% de la población ha estado desempleada por largos períodos, sin acceso a trabajos formales y sostenibles. 63 de cada 100 habitantes es dependiente económicamente.

El acceso a servicios básicos es limitado. Mientras en otras ciudades del país el agua potable es una garantía, en Buenaventura el 24% de la población sigue sin acceso continuo al servicio de acueducto, y la cobertura del alcantarillado apenas alcanza el 54%, lo que impacta gravemente la salud pública.

La inseguridad también sigue en niveles alarmantes: en 2023, la ciudad registró 42 homicidios por cada 100.000 habitantes, consolidándose como una de las más violentas de Colombia.

La educación, clave para romper los ciclos de pobreza, tampoco muestra grandes avances. En 2022, la cobertura neta en educación media fue del 35%, con una preocupante tasa de deserción escolar del 5,66%, significativamente más alta que la media nacional.

En las pruebas Saber 11, solo el 3% de los estudiantes de grado 11 alcanzaron el nivel B1 en inglés, una brecha que limita el acceso a oportunidades académicas y laborales.

Buenaventura no puede seguir definida solo por las toneladas de carga que pasan por su puerto. Debería ser prioritario que las inversiones en infraestructura y desarrollo económico sean acompañadas por estrategias de inclusión social, generación de empleo y fortalecimiento de servicios básicos.

Sin estas acciones, el crecimiento del puerto seguirá contrastando con una ciudad sumida en el rezago y la desigualdad.

¿Por qué Buenaventura sigue en el abandono?

Después de recorrer sus calles, hablar con sus habitantes y analizar sus datos durante muchos, no me queda duda: el atraso de Buenaventura no es un accidente, sino el resultado de factores estructurales que han limitado su desarrollo.

1. Falta de apoyo estatal y desorganización

Buenaventura ha sido históricamente marginada en la distribución de recursos y oportunidades. Las promesas de inversión de los gobiernos nacional y regional rara vez se materializan.

A esto se suman el desgreño local y la corrupción, que desvían recursos esenciales y perpetúan el estancamiento de la ciudad, impidiendo que el desarrollo alcance a quienes más lo necesitan.

2. Violencia y desplazamiento: la lucha por el territorio

Buenaventura no solo es un punto clave para el comercio, sino también para el conflicto. El dominio territorial de grupos armados, narcotraficantes y bandas criminales ha provocado desplazamientos forzados, extorsiones y asesinatos.

Comunidades enteras han sido expulsadas de sus hogares, un fenómeno conocido como desterritorialización, que ha debilitado el tejido social y económico.

3. Modelo económico excluyente

Sin duda, el modelo económico no funciona. A pesar del movimiento de carga y las inversiones portuarias, la riqueza no se traduce en beneficios para la población local.

El crecimiento ha sido diseñado para atraer inversión extranjera y favorecer grandes empresas, pero no para generar empleo ni mejorar las condiciones de vida de los bonaverenses. En palabras de un líder comunitario: “El puerto es próspero, pero la ciudad sigue hundida en la miseria.

4. Factores culturales y corresponsabilidad de la población

El abandono de Buenaventura no solo puede atribuirse al Estado y al modelo económico. También hay factores culturales que han incidido en la perpetuación de la crisis.

La falta de confianza en las instituciones, el arraigo a economías informales y la normalización de la violencia han influido en la manera en que la comunidad enfrenta sus problemas.

Existe una corresponsabilidad de la población en exigir cambios y asumir un papel más activo en la transformación de la ciudad.

La apatía ante la corrupción local, la resignación frente al desempleo y la poca organización comunitaria han impedido que las protestas y movilizaciones logren un impacto sostenido.

A pesar de esto, también hay ejemplos de resiliencia y organización comunitaria que demuestran que la población de Buenaventura tiene el potencial de liderar su propio cambio.

La clave está en fortalecer la educación, el liderazgo social y la exigencia de transparencia en la gestión pública.

Del reclamo a la transformación: la fuerza cívica de Buenaventura

En medio del abandono y la violencia, la comunidad de Buenaventura ha tejido un camino que trasciende el reclamo y se convierte en acción colectiva.

La historia empieza en 2014, cuando los habitantes de la calle Puente Nayero decidieron enfrentarse a las estructuras armadas que dominaban su territorio.

Bajo el liderazgo comunitario, con el respaldo de la Iglesia Católica y organizaciones de derechos humanos, declararon la zona como Espacio Humanitario, expulsaron a los grupos violentos y establecieron un perímetro de protección para sus más de mil habitantes. Fue la primera experiencia de este tipo en un contexto urbano en Colombia y sigue siendo un referente de dignidad en medio del miedo.

Esa experiencia preparó el terreno para el Paro Cívico de 2017, una movilización sin precedentes que paralizó la ciudad durante 22 días y logró captar la atención del país.

Bajo el lema “Para vivir con dignidad y paz en el territorio“, más de 150.000 personas tomaron las calles, uniendo a líderes barriales, consejos comunitarios afro, sindicatos, iglesias, comerciantes y estudiantes.

Las demandas eran urgentes: agua potable continua, un hospital digno, inversión en educación, acciones contra la corrupción local.

El Estado respondió con represión en un primer momento, pero luego tuvo que sentarse a negociar. El resultado fue un acuerdo con 176 compromisos firmados y la creación de un fondo especial de desarrollo (FonBuenaventura), con un presupuesto inicial de 1,5 billones de pesos.

Se elevó a Buenaventura como prioridad nacional. Aunque el cumplimiento ha sido lento y desigual, el paro marcó un punto de quiebre en la relación entre la comunidad y el poder central.

Pero la resistencia no se detuvo allí. En 2019, el Comité del Paro decidió dar un paso más: presentarse a elecciones.

Así, Víctor Hugo Vidal, uno de los líderes de la movilización, fue elegido alcalde, rompiendo décadas de dominio de las viejas maquinarias políticas.

Sin embargo, a pesar de este logro simbólico, la implementación del acuerdo firmado tras el Paro ha sido lenta y fragmentada. A finales de 2024, la evaluación del estado general de los acuerdos presentaba cifras divergentes.

Mientras la Vicepresidenta Francia Márquez afirmó que el gobierno actual logró pasar del 6% al 20% de cumplimiento, el Comité del Paro sostuvo que apenas se había avanzado en un 10%, ejecutando solo 14 de los puntos acordados.

Entre los logros más destacados están la finalización de obras deportivas, el saneamiento del hospital y la formulación de planes turísticos e hídricos. Aun así, el rezago evidencia que la lucha por el progreso de Buenaventura está lejos de concluir.

Un futuro que no puede esperar

Buenaventura es un reflejo de las contradicciones de Colombia: un país con grandes recursos, pero con profundas desigualdades.

Mientras el puerto continúa creciendo, la ciudad que lo rodea sigue esperando desarrollo. La pregunta sigue abierta: ¿Cuánto más puede Colombia ignorar su puerto más estratégico?

La riqueza de Buenaventura no debería estar solo en sus contenedores, sino en su gente. Y hasta que eso no ocurra, el progreso del puerto seguirá siendo una ilusión que no toca tierra firme.

Desde la sala de redacción: 35 años de periodismo

Este proyecto es una mirada al pasado, al presente y al futuro de Colombia a través de la experiencia periodística. A través de estas crónicas, busco no solo recordar, sino entender las lecciones que el tiempo nos ha dejado.

Porque el periodismo no es solo contar la historia, sino cuestionarla y, en ocasiones, desafiarla.

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