Desde la sala de redacción, 35 años de periodismo
La historia se repite: del apagón de los 90 a la crisis energética de 2025
Iniciando mi carrera periodística, el apagón del 90 fue uno de los momentos más difíciles que me tocó cubrir.
Hoy regresa a mi memoria, no solo como un vago recuerdo, sino como una advertencia mientras analizo los datos sobre la crisis energética que se avecina según algunos expertos.
Como periodista novata en aquella época, viví de primera mano cómo la oscuridad transformó nuestra rutina diaria.
El noticiero donde trabajaba sobrevivió por pura fortuna: transmitíamos a las 8:00 p.m., justo después del racionamiento.
Treinta y cinco años después, enfrentamos una crisis energética similar. Hoy, los embalses solo tienen el 55.29% de agua, cuando deberían superar el 73%.
Además, el fenómeno de El Niño podría extenderse con un 60% de probabilidad, lo que reduciría aún más el caudal de los ríos.
Desde abril de 2023, el nivel del agua ha estado por debajo del promedio histórico, dejando claro que el país no ha corregido su dependencia de las hidroeléctricas.
¿Por qué el sistema eléctrico sigue siendo tan frágil?
A pesar de la experiencia del apagón de los 90, Colombia sigue dependiendo de las hidroeléctricas. Aunque las plantas térmicas deberían servir como respaldo en momentos críticos, su uso es costoso y contaminante, lo que limita su viabilidad.
Mientras países como Francia han apostado por la energía nuclear para garantizar estabilidad en su sistema eléctrico, y ciudades como Barcelona han integrado la energía eléctrica en el transporte masivo con altos estándares de eficiencia operativa, en Colombia el avance ha sido mínimo.
China, por su parte, ha desarrollado importantes proyectos en generación de hidrógeno, una alternativa que podría ofrecer soluciones sostenibles a largo plazo.
Los expertos han insistido durante años en la necesidad de diversificar la matriz con energías renovables como la solar y la eólica.
Sin embargo, los intentos por integrarlas han enfrentado barreras financieras, regulatorias y sociales que han frenado su desarrollo.
La falta de una política energética clara ha convertido lo que pudo ser una solución en una oportunidad desperdiciada.
Mientras tanto, la infraestructura eléctrica envejece al mismo ritmo que crece la demanda. Según la Contraloría, la falta de modernización de las líneas de transmisión es un riesgo grave, especialmente en Bogotá y el centro del país.
Entre enero y septiembre de 2024, el consumo energético alcanzó 224.69 GWh, superando incluso las proyecciones más altas de los expertos.
Hoy las empresas, que mueven la economía y el crecimiento, deben comenzar a pensar en diversificar su matriz energética para no depender exclusivamente de un solo recurso.
El gobierno ha activado el Estatuto para Situaciones de Riesgo de Desabastecimiento, una medida que recuerda inevitablemente los decretos de emergencia de los 90.
Sin embargo, estas acciones parecen ser solo parches temporales ante una crisis que se gestó durante años y que ahora amenaza con agravarse.
La situación de hoy viene de cinco años atrás. Si empeora, la recuperación va a ser proporcional a los años en los cuales venimos arrastrando el rezago.
La situación ya está afectando a las regiones más vulnerables. En Puerto Carreño, más de 45,000 personas quedaron sin electricidad debido a la crisis financiera de las electrificadoras públicas, que aún arrastran deudas desde la pandemia.
Lo que hoy ocurre en algunas zonas del país podría extenderse a otros territorios si no se toman medidas urgentes.
La crisis del gas natural: una amenaza adicional
El problema no es solo eléctrico. En la última década, las reservas de gas natural han caído un 56.9%.
En 2013, teníamos suministro para 12 años; hoy, solo nos quedan poco más de 6. El informe de recursos y reservas publicado por la ANH en mayo de 2024 muestra una caída del 15.7% en reservas probadas frente a las registradas a diciembre 31 de 2022.
Las reservas probadas son aquellas que tienen una probabilidad de por lo menos 90% de ser comercialmente recuperadas.
Pero lo más preocupante es que la caída de reservas es una tendencia que se observa desde los últimos cinco años.
La falta de incentivos para mantener la actividad exploratoria ha sido una de las principales razones detrás de este declive.
Al revisar el histórico de pozos exploratorios perforados en tierra firme, se observa que a partir de 2015 hubo una caída muy importante. A mayores pozos perforados, mayor probabilidad de incrementar las reservas probadas.
Se requieren medidas extraordinarias que den los incentivos y garanticen el entorno necesario para atraer inversión y así llegar, por lo menos, a los niveles históricos de exploración.
Las inversiones en este sector son significativas y de alto riesgo para el inversionista. La exploración de nuevos pozos es lo que da posibilidad de sumar reservas.
En este sentido, las señales regulatorias y la estabilidad jurídica son claves para la localización de inversión extranjera directa.
¿Es posible evitar una crisis energética?
La historia nos advierte, pero parece que no aprendemos. Treinta y cinco años después del apagón de los 90, Colombia enfrenta una crisis energética inminente.
Los embalses están en niveles críticos, la infraestructura eléctrica envejece y la diversificación de la matriz sigue siendo más promesa que realidad.
A esto se suma un problema aún más grave: el gas natural está en camino a la escasez. Si no actuamos ya, el país enfrentará no solo apagones, sino un colapso en el suministro del gas debido al alto costo del combustible importado
El primer paso es aceptar la magnitud del problema. Mientras el gobierno parece confiar en que la situación se resolverá sola, el sector privado lanza advertencias preocupantes.
No podemos seguir improvisando. Urge un consenso entre el Estado, la academia y la industria para definir un plan energético a largo plazo. No se trata solo de responder a la emergencia, sino de evitar que estas crisis sean cíclicas.
¿Cómo es posible que el país, con tanto potencial energético, esté en esta situación?
La solución no está en una sola fuente de energía. Es urgente acelerar los proyectos de energía solar y eólica, pero sin abandonar la exploración de hidrocarburos ni la modernización de la infraestructura eléctrica. El país necesita un sistema robusto, con respaldo térmico eficiente y fuentes renovables en expansión.
El apagón de los 90 nos mostró las consecuencias de la inacción. Hoy estamos a tiempo de evitar otro colapso, pero el reloj avanza.
O tomamos decisiones ahora, o nos enfrentaremos a la oscuridad y al frío de una crisis energética y de gas que nadie podrá ignorar.
Desde la sala de redacción: 35 años de periodismo
Este proyecto es una mirada al pasado, al presente y al futuro de Colombia a través de la experiencia periodística.
He sido testigo y cronista de los momentos que han definido al país: la Constitución del 91, el narcotráfico, el conflicto armado, la crisis energética y los procesos de paz, entre otros.
A través de estas crónicas, busco no solo recordar, sino entender las lecciones que el tiempo nos ha dejado.
Porque el periodismo no es solo contar la historia, sino cuestionarla y, en ocasiones, desafiarla.
📖 Encuentra las anteriores entregas de nuestra sección aquí;
Constitución de 1991: el pacto que transformó a Colombia
Periodismo: un oficio al servicio de la gente