Los cierres en la Panamericana cada vez ahuyentan a más gente de ir a Popayán.
Hay que acabar con los bloqueos
El llamado angustiante hecho por los gremios de Cauca, Valle del Cauca y Nariño refleja una realidad que golpea al suroccidente de Colombia: los bloqueos en la Vía Panamericana son cada vez más frecuentes y dañinos.
No se trata de un hecho aislado, la semana pasada el cierre de la carretera coincidió con el Congreso Gastronómico de Popayán y lo frustró, situación que se repite en distintos momentos del año, como en Semana Santa, castigando de manera recurrente la economía y la vida cotidiana de miles de ciudadanos.
La parálisis afecta en todos los niveles. Los transportadores pierden jornadas completas atrapados en la vía, los comerciantes ven dañarse productos perecederos y eventos culturales de gran importancia deben cancelarse o realizarse sin el flujo de visitantes esperado, con el consecuente perjuicio para el turismo y la reputación de la región.
En el día a día, las familias enfrentan el encarecimiento de alimentos, la suspensión de clases y la imposibilidad de acceder a servicios básicos como la salud.
Todo esto es consecuencia de un mecanismo de presión que, con el tiempo, se ha convertido en un chantaje recurrente.
Los gremios lo dijeron con claridad: el Estado debe garantizar el derecho a la protesta, pero también el derecho a la libre circulación.
Los bloqueos no pueden seguir siendo validados como herramienta de negociación, porque generan pérdidas económicas incalculables y transmiten un mensaje de inseguridad que ahuyenta la inversión.
Si el gobierno no actúa con decisión, la región seguirá atrapada en la misma dinámica año tras año, en detrimento de su competitividad y de la confianza ciudadana.
La conclusión es inequívoca: los bloqueos deben levantarse de inmediato.
La responsabilidad del Estado es proteger los derechos de todos, no permitir que los intereses particulares paralicen el desarrollo de toda una región.