La mejor respuesta al terrorismo es apoyar a los comerciantes y retomar la vida en normalidad.
Solidaridad contra el miedo
El atentado del 21 de agosto en inmediaciones de la Base Aérea de Cali dejó siete muertos, más de 70 heridos y una estela de destrucción en viviendas, comercios y vehículos.
Las cicatrices materiales son profundas, pero aún más honda es la herida social que buscan abrir los terroristas: el miedo que paraliza y la zozobra que se instala en la vida cotidiana.
Precisamente por eso resulta tan importante la jornada de compras organizada para este sábado 6 de septiembre en los barrios afectados, una maratón de solidaridad que invita a los caleños a ponerse del lado de quienes hoy más lo necesitan.
La reactivación no debe limitarse a una fecha. Cada negocio destruido o afectado representa el esfuerzo de una familia, un equipo de trabajo o un emprendedor que arriesgó sus ahorros para sostenerse y generar empleo.
Recuperar la normalidad no es un asunto únicamente económico, sino un acto colectivo de resistencia.
El terrorismo busca sembrar parálisis, y la mejor manera de enfrentarlo es con una ciudad activa, unida y solidaria, que se niega a ser derrotada por el miedo.
En este esfuerzo es clave también que las autoridades refuercen la presencia y la percepción de seguridad, para que la ciudadanía sienta el acompañamiento institucional que necesita en momentos de incertidumbre.
Las expresiones colectivas de apoyo cumplen un papel esencial en la superación de traumas comunitarios.
La psicología social ha demostrado que cuando una comunidad se moviliza para respaldar a sus víctimas, se fortalece el sentido de pertenencia, se recupera la confianza y se restaura la esperanza.
En Cali, ese respaldo se traduce en llenar los comercios, en hacer visibles a quienes sufrieron pérdidas y en no dejar que el paso del tiempo los condene al olvido.
Cada compra, cada visita, cada gesto de solidaridad es también una declaración contra los violentos.