En nuestra ciudad se debe reconocer la diversidad como su gran riqueza, no como factor de división.
Cali, más allá del 25 de julio
Pocas ciudades en Colombia tienen la diversidad de Cali, que bien es llamada pluriétnica y multicultural, por los diversos orígenes de quienes la habitan y sus antepasados, es, sin duda, una riqueza enorme que no ha sido aprovechada en su totalidad, porque, erradamente, es vista por algunos como un factor de división, algo que no tiene razón de ser.
Por eso, ahora que se conmemoran 485 años de la fundación de la ciudad actual, vale la pena recordar que Cali tiene muchos más años de historia, y que conocer, aceptar y, sobre todo, reconocer ese pasado al que poco se hace referencia, puede aportar en el proceso de sanar heridas históricas que no vale la pena profundizar.
A raíz de las protestas recientes quedó en evidencia que en nuestra región no se ha superado el debate sobre la conquista, una discusión, sin duda, fuera de tiempo, pero que nunca se dio y tal vez por eso no ha sido superada, pero que debe abordarse desde una óptica distinta a la confrontación. La historia no se puede borrar, porque con errores y aciertos, nuestra ciudad y nuestro país son el resultado de nuestros antepasados, y 529 años después de la llegada de los españoles el mestizaje, que no se refleja sólo en el color de la piel, es una realidad para todos.
La invitación, entonces, es a conocer la historia sin ideologizarla, porque después de cinco siglos es absurdo que se pretenda descargar reclamos sobre quienes nada tienen que ver con lo ocurrido, pero que sí pueden, a través del reconocimiento y el respeto mutuo, escribir la historia futura de otra manera, una en la que la diversidad sea factor de unión y nunca más de exclusión y división.
Cali es una realidad para todos y de todos depende que sea una realidad cada vez mejor.