Colombia y EE.UU.: Entre el pragmatismo y las tensiones

La relación entre Colombia y Estados Unidos enfrenta un panorama incierto y distante. Las diferencias ideológicas entre Gustavo Petro y Donald Trump generan dudas sobre la cooperación futura.

Sin embargo, las prioridades de Washington en otros frentes podrían generar un vínculo más pragmático.

El narcotráfico, tradicional eje de la agenda bilateral, enfrenta enfoques opuestos. Mientras Trump insistiría en medidas represivas y metas concretas de erradicación, Petro apuesta por la sustitución de cultivos y un enfoque social.

Esta discrepancia podría limitar la colaboración en seguridad y generar tensiones si se condiciona la ayuda económica.

Venezuela será otro punto de fricción. Petro ha optado por una relación cercana con Nicolás Maduro, buscando cooperación en temas fronterizos. Trump, por su parte, puede mantener su postura de presión internacional para aislar al régimen venezolano. Esta divergencia podría complicar el rol de Colombia como interlocutor en la región.

Adicionalmente, el sector minero-energético enfrenta retos. Mientras Trump priorizaría la inversión en petróleo y gas, Petro promueve una transición energética que podría desincentivar a las empresas estadounidenses.

A esto se suman políticas migratorias más estrictas que pueden afectar a colombianos en situación irregular y presionar a Colombia para contener la migración en el Tapón del Darién.

Sin embargo, el pragmatismo podría prevalecer. Con temas prioritarios como China y el Medio Oriente en la agenda de Trump, Colombia podría mantener una relación funcional, sin protagonismo.

Colombia enfrenta el reto de adaptar su estrategia bilateral a un contexto marcado por tensiones y prioridades divergentes.

Es crucial que el gobierno fomente el diálogo y busque áreas de interés mutuo, como la cooperación en seguridad y comercio.

Un enfoque pragmático permitirá mantener el vínculo y avanzar en los objetivos nacionales, incluso en medio de diferencias ideológicas.

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