Ojalá no se repitan episodios como el de la feria del libro de Madrid.
De la neutralidad a la censura
Lo ocurrido con el veto a un grupo de escritores colombianos en la Feria del Libro de Madrid es un episodio que debe ser rechazado sin distingo de ideología política, pues se constituye en una censura a la libertad de expresión y al arte, y envía una pésima señal tanto dentro como fuera de nuestro país.
Que la Embajada de Colombia en España haya vetado la participación en este evento internacional de escritores que han sido críticos de la gestión del Gobierno Nacional y que, en su reemplazo, haya sugerido un listado de autores “neutros”, habla muy mal de quienes deben garantizar la libertad de expresión en un país intolerante, en el que desde hace muchos años se mata por pensar distinto. Lo que se requiere, por el contrario, en una muestra de tolerancia, de respeto por las ideas opuestas y de convivencia; que quienes representan la institucionalidad permitan las manifestaciones críticas, sea cual sea la línea de pensamiento y le sean o no favorables. Hacer lo contrario, claramente, equivale a censurar.
Sin duda, lo hecho por la Embajada de Colombia en España es una torpeza mayúscula, pues dejó entre la intelectualidad y la prensa internacional una percepción que afecta la imagen de Colombia como democracia.
Seleccionar a los escritores invitados a una feria del libro por la posición que tengan frente al gobierno de turno es dejar a un lado la calidad literaria para priorizar la filiación política, es desconocer el arte en un evento artístico, una gran contradicción.
Los escritores, los periodistas y los ciudadanos en general no pueden ser excluidos porque piensen contrario a un gobierno, no en un sistema democrático, en el que se supone todas las voces merecen el mismo respeto.