La descertificación de EE. UU. no admite excusas ni peleas: evidencia el fracaso del enfoque reciente y obliga a rectificar ya.

Descertificación que exige rectificación

Foto: Ejército de Colombia
miércoles 17 de septiembre, 2025

La descertificación de Colombia en la lucha antidrogas por parte de Estados Unidos es una noticia grave que no puede quedarse en el terreno de la pugna política.

El gobierno del presidente Gustavo Petro falló: su política de “paz total”, que favoreció a los grupos criminales con ceses bilaterales, estimuló el aumento de los cultivos ilícitos y la producción de coca.

Mientras el Estado mantuvo atadas las manos de la fuerza pública, las organizaciones ilegales aprovecharon para expandir sus negocios.

No obstante, el mismo gobierno tiene ahora la oportunidad de rectificar y cambiar un enfoque que fracasó.

El error sería transformar este episodio en una pelea con Estados Unidos; hay que reconocer que en este gobierno, por acción u omisión, se generaron las condiciones que propiciaron el crecimiento de la coca y, además, se le otorgó estatus a grupos que no son insurgentes, sino carteles del narcotráfico.

La descertificación es un mensaje duro que afecta la reputación internacional del país y pone en alerta sobre el enorme reto que enfrenta la Fuerza Pública.

Aunque no trae sanciones económicas inmediatas, que hubiesen golpeado con fuerza la competitividad y la operatividad del sector defensa, la descertificación sí obliga a repensar el rumbo de la política antidrogas y a reconstruir la relación bilateral con Estados Unidos, de la cual depende gran parte del presupuesto en inteligencia, entrenamiento y cooperación militar.

El llamado debe ser claro: erradicar los cultivos ilícitos, ofrecer alternativas rentables a los campesinos y, sobre todo, combatir con contundencia a los grupos criminales, pues mientras estos mantengan el control territorial, ninguna estrategia de sustitución será viable.

La descertificación debe asumirse como una alerta y como un aliciente para rectificar, no como excusa para el enfrentamiento político ni para alimentar discursos de victimización.


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