El Caguán en el Cauca

viernes 13 de julio, 2012

Hay que respaldar al presidente Juan Manuel Santos en su decisión de no retirar a la Fuerza Pública de las zonas del departamento del Cauca donde las comunidades indígenas piden la salida del Ejército y la Policía, pues el Estado no puede renunciar a su obligación de ejercer control territorial, y menos en una zona con alta presencia guerrillera; acceder a esta solicitud sería como revivir la zona de despeje de San Vicente del Caguán, cuyas consecuencias aún el país lamenta.

Dejar la seguridad de Toribío y otros municipios caucanos en manos de la guardia indígena no garantiza que las Farc cesen su actividad terrorista y mucho menos permite asegurar que el grupo armado ilegal abandonaría las zonas desmilitarizadas; por el contrario, al retirar soldados y policías, el Cauca podría convertirse en un paraíso guerrillero en el que los alzados en armas se dedicarían a sus actividades ilegales con la tranquilidad de no ser \”molestados\” ni por el Ejército ni por la Policía.

Cuando se despejaron los 42.000 kilómetros en los departamentos de Caquetá y Meta para adelantar diálogos de paz con las Farc, la guerrilla emprendió una ofensiva delincuencial contra el centro y el oriente del país gracias a la ventaja estratégica que les daba la zona de distensión, pues salían de ella para atacar y luego corrían a refugiarse en ella con la seguridad de que la Fuerza Pública no podía ingresar. Algo similar ocurriría si se llegara a retirar al Ejército del Cauca o parte de él, el riesgo de ataques en toda la región suroccidental, incluyendo el Valle, aumentaría exponencialmente.

¿De qué lado están los indígenas? En este asunto hay que tener muy claro que frente al conflicto interno ningún colombiano puede abstraerse, acá sólo se puede estar a favor de la legalidad y la paz, que es lo que representa el Estado, o del de la ilegalidad y la guerra, que es lo que representan los actores irregulares.

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