El cese al fuego
Se equivocan las voces que reclaman un cese al fuego bilateral como requisito para avanzar en una negociación con las Farc, pues la detención de las operaciones militares contra esta guerrilla debe ser la consecuencia de un acuerdo de paz y no un requisito para llegar a él.
Aunque las Farc hayan dicho que este no es un condicionamiento para iniciar los diálogos, de aquí en adelante el presidente Juan Manuel Santos, que ha sido enfático y reiterativo al decir que la Policía y las Fuerzas Militares no detendrán sus operaciones contra la guerrilla, tendrá muchas presiones no sólo del grupo armado ilegal sino de sectores simpatizantes que insistirán en un cese al fuego de parte y parte. El Mandatario debe mantenerse en su posición, no sólo porque estratégicamente sería inconveniente acceder a esta pretensión, sino también porque su obligación constitucional es perseguir y combatir a todo actor armado al margen de la ley.
Si bien es claro que para avanzar hacia un acuerdo de desmovilización con las Farc será necesario hacer algunas concesiones al grupo armado ilegal, con la única intención de hacer posible la paz, el mismo grupo ilegal se encargó de convencer a los colombianos, a partir de sus burlas e incumplimientos durante los diálogos del Caguán, de la inconveniencia de cesar operaciones contraguerrilla y de la inconveniencia de hacer despejes, por eso, estos dos requisitos, por más ansias de paz que haya en el país, no se pueden admitir bajo ninguna circunstancia.
La guerrilla no debería pedir un cese al fuego bilateral, debería, como muestra de buena voluntad, tomar la iniciativa y, de manera unilateral y sin condiciones, detener su ofensiva, sería un gesto que proporcionaría la confianza necesaria para avanzar en las negociaciones.
Si la guerrilla en algún momento de los diálogos condiciona el avance de los mismos al cese de operaciones por parte de la Policía y las Fuerzas Militares, se entenderá, entonces, que el grupo armado, que sabe que ni el Gobierno ni el pueblo colombiano accederán a semejante despropósito, busca una excusa que le permita levantarse de la mesa alegando falta de garantías.