En la “olla”

jueves 4 de abril, 2013

Sin una política social y de salud paralela y sostenida, la erradicación de las “ollas” es sólo maquillaje.

La orden de erradicar 24 “ollas” en 20 ciudades en un plazo de 60 días, impartida por el presidente Juan Manuel Santos a la Policía Nacional, es una medida efectista que carece de fondo.

Si bien es cierto que puntos como El Calvario, en Cali, donde confluyen indigentes, raponeros y expendedores de drogas son una bomba social y de seguridad, el problema que representan no se resuelve sólo con presencia de uniformados, pues se trata de un fenómeno al que si no se le da una solución de fondo, sencillamente se desplazará a otras zonas.

Con las condiciones sociales, la falta de oportunidades y la ausencia de una política pública de prevención de consumo de drogas, el fin de una “olla” no representará un cambio en el estilo ni en las condiciones de vida de la gente que en ellas habita. Los indigentes se irán a otra de las tantas zonas abandonadas de la ciudad, los vendedores de droga buscarán otra esquina oscura y los raponeros encontrarán otros sitios para esconderse y vender lo que roban.

Así, en poco tiempo, habrá nuevas ollas o, sencillamente, quienes se refugian en estos sectores se habrán dispersado, pero seguirán haciendo lo mismo, viviendo de actividades ilícitas.

Lo que deberían preguntarse el Gobierno Nacional y las autoridades de las ciudades en las que están las 24 “ollas” es qué debe hacerse para acabar con las condiciones sociales que han llevado a quienes viven en estos sectores a vivir en la marginalidad y la ilegalidad.

Si bien hay que ejercer control en estas zonas para evitar que sigan siendo refugio de delincuentes y que allí se cometan todo tipo de ilícitos, la solución de fondo no es policiva, lo que se requieren son oportunidades, a través de la educación y la generación de empleo, y una política de salud pública agresiva frente al consumo de drogas. Si no es así, quienes viven en estos sectores, seguirán en la “olla”.

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