La crisis política exige respeto absoluto a la Constitución y elecciones con plenas garantías para todos.
Ni atajos ni trampas: la salida es la democracia
Colombia vive un momento de tensión política alimentado tanto por rumores como por propuestas irresponsables.
Esta semana, la versión sobre un supuesto complot para sacar del poder al presidente Gustavo Petro, revelada por El País de España y atribuida a conversaciones del excanciller Álvaro Leyva, encendió alarmas y discusiones.
Al mismo tiempo, las voces dentro del propio petrismo que insisten en explorar caminos para revivir la reelección inmediata, como lo propuso hace unos días la senadora Isabel Zuleta, coreada por simpatizantes en Medellín, son igual de peligrosas para la estabilidad institucional.
No puede haber salidas diferentes a las previstas en la Constitución. Pensar en conspiraciones o complots para sacar por la fuerza a un presidente democráticamente elegido es inaceptable y debe ser rechazado sin titubeos, así como debe rechazarse la pretensión de quienes sueñan con habilitar, a través de reformas exprés o una constituyente improvisada, un camino para que Petro se quede más allá del 7 de agosto de 2026.
Sacar a un presidente por la fuerza o quedarse a la fuerza es romper la institucionalidad, atentar contra la democracia y empujar al país en el abismo.
El clima ya está suficientemente caldeado. Los crecientes indicadores de violencia, el aumento de los cultivos ilícitos, el avance del control territorial de grupos criminales y la desaceleración económica requieren un país que recupere la serenidad, y ni conspiraciones ni prolongaciones ilegales del mandato aportan a ello, solo incendian los ánimos y profundizan la polarización.
El 7 de agosto de 2026 debe haber una transición democrática, ese día debe posesionarse un nuevo jefe de Estado elegido dentro de las reglas de la Constitución, independientemente de su línea ideológica, y ojalá quien llegue lo haga con el propósito de unir, fortalecer las instituciones, garantizar la pluralidad política y potenciar la economía para abrir oportunidades reales y mejorar la calidad de vida de todos los colombianos.