Sin desconocer los abusos, que deben ser sancionados drásticamente, es evidente que hay un interés por desprestigiar a la fuerza pública.

¿La fuerza pública está maniatada?

viernes 17 de diciembre, 2021

Todo exceso cometido por miembros de la fuerza pública debe ser individualizado y sancionado disciplinaria y judicialmente con todo el rigor de la ley, de eso no hay duda. Sin embargo, preocupa que de un tiempo para acá en Colombia viene ganando peso una narrativa en la cual la intervención de las autoridades para contener actos violentos, como revueltas, vandalismo y hasta terrorismo son criminalizadas por sectores que, tal vez con intención política, satanizan a la Policía y terminan validando la destrucción de bienes públicos y privados, así como las agresiones a miembros de esta institución.

Una cosa es exigirle a la Policía depuración y control para evitar los abusos, y otra, muy diferente, es pretender que, como garantes del orden público y la seguridad ciudadana, sus miembros se vuelvan espectadores del caos y la destrucción cada vez que ciertos sectores pretendan validar la violencia y las vías de hecho como mecanismos de protesta.

Una cosa es exigirle a la Policía que el uso de la fuerza aplicado cuando hay desmanes sea proporcional y enmarcado dentro del respeto a los Derechos Humanos, y otra, muy diferente, es pretender que se acabe el Escuadrón móvil antidisturbios, Esmad, por cuenta de excesos cometidos por algunos de sus miembros, que deben responder por ello.

Es claro que hay un clima de opinión hostil frente a la Policía, originado en los abusos de algunos uniformados, pero al mismo tiempo alentado por sectores interesados en promover el desconocimiento de la autoridad y en sacarle provecho electoral a la indignación ciudadana. En ese sentido, la institución debe hacer el máximo esfuerzo de depuración, sin renunciar al cumplimiento de la misión y dando resultados que le devuelvan la confianza a la ciudadanía.

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