La lucha antidrogas

domingo 3 de febrero, 2013

El replanteamiento en la lucha antidrogas, en el que viene insistiendo el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, es una necesidad urgente que buena parte del mundo no ha entendido o no quiere comprender.

Como está planteada y como se viene ejecutando, la lucha antidrogas lejos está de poner fin al narcotráfico, y paralelamente, a medida que aumentan los resultados operativos en contra de las organizaciones dedicadas a este ilícito, crecen también los problemas y demás delitos conexos a esta actividad, especialmente los homicidios.

Si bien, que caigan narcos, muertos o presos, muestra efectividad de las autoridades militares y de policía de los diferentes países en los que se lucha contra los carteles, esto no quiere decir que este negocio esté próximo a desaparecer. Al contrario, ante la captura o baja del jefe de una organización narcotraficante, surgen al menos dos ‘patrones’, que se enfrentan por la sucesión y se disputan el control del mercado a sangre y fuego.

El ejemplo de Colombia es muy claro: ya no hay grandes capos, pero sí hay narcotráfico, controlado por pequeños carteles que, ante la dificultad para enviar cocaína a otros países, se han concentrado en el mercado interno, dando origen a lo que se conoce como microtráfico, en el que se mata por el control de una esquina o un parque en el que se vende droga al menudeo.

Lo que está sucediendo en el Valle del Cauca, donde en enero de este año se duplicaron los homicidios en relación con el mismo período de 2012, es una muestra de la mutación del narcotráfico, organizado en bandas que han llenado de sangre a municipios como Buenaventura, Cali y Tuluá, en la disputa por el control del negocio.

Si el narcotráfico ha ‘evolucionado’, si ha mutado, ¿por qué la forma de combatirlo sigue siendo la misma que se ha aplicado durante los últimos 40 años y no ha servido para acabarlo? El mundo no puede retrasar más esta discusión.

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