La mala hora de Emcali
La posibilidad de que Emcali pierda la licencia de televisión es la más reciente de la serie de noticias negativas que se han conocido sobre la empresa. El último mes ha sido fatal para la compañía prestadora de servicios públicos:
primero fue la crisis por las alzas en energía para los caleños, producto del aumento en el precio por kilovatio que, por falta de previsión, ocasionó un desfase de $70 mil millones a la entidad, trasladado en buena parte, vía tarifa, a los suscriptores.
Luego, el debate en el Concejo en el que se cuestionaron las pérdidas operacionales por $15 mil millones, los supuestos gastos onerosos de representación, la disminución de suscriptores en telecomunicaciones y las pérdidas del 53% en acueducto. Después, el escándalo por la utilización de la identidad de un muerto en un contrato, que luego se explicó se trataba de la aplicación de la estrategia del cliente oculto, al que siguieron las dudas frente a la licitación por $21.922 millones para obras en el jarillón, en la que la escogida no fue la firma mejor evaluada por el comité calificador sino una que había sido eliminada y luego fue señalada por un comité asesor que revisó el proceso.
Y como si todo esto fuera poco y la mala suerte hubiera arropado a quienes están al frente de la empresa, por cuenta del mantenimiento de la planta de potabilización Río Cauca y la sequía, algunos sectores de la ciudad han tenido que padecer baja presión y cortes de agua, lo que también les ha representado fuertes críticas.
¿A qué se debe esta secuencia de eventos? Varios de ellos han sido atribuidos a la anterior administración de la empresa, cuando estaba en manos de la Superintendencia de Servicios Públicos. Otros, se ha sugerido, son escándalos con intención política para presionar cambios y decisiones en la empresa.
Lo cierto es que, en tan confuso panorama, debe haber un corte de cuentas por parte de Emcali que entregue información total para despejar dudas y establecer si se trata de preocupaciones legítimas o de un caso de ensañamiento contra las directivas de la empresa.