La maldición de las minas

lunes 3 de agosto, 2015

Las Farc y el ELN no han asumido como se debe sus responsabilidades por el uso de minas antipersonal.

La guerrilla del ELN no sabe cuantas minas anti personal ha sembrado en los campos colombianos ni mucho menos dónde están enterradas estas trampas mortales. Así lo confirmó alias “Ramiro Vargas”, miembro del comando central de este grupo armado ilegal, en una grabación enviada a una ONG interesada en el tema.

Hace dos semanas un soldado que participaba en un operativo de desminado en El Orejón, en zona rural del municipio de Briceño, Antioquia, murió al pisar uno de estos artefactos; la explosión, que le amputó una pierna a la víctima fatal, dejó heridos a otros cuatro miembros del Ejército Nacional. En el sitio en el que ocurrió esta tragedia se adelanta el plan piloto de desminado en el que 48 militares retiran minas con indicaciones de tres miembros de las Farc. Es un paraje rural atestado de estos macabros artefactos.

Lo que muestra esta información es que el proceso de desminado en nuestro país será largo y complejo, pues la irracionalidad con la que los grupos armados al margen de la ley sembraron explosivos en los campos hace imposible retirarlos por completo y en un tiempo limitado.

Además de utilizarlas en sus huídas para evitar la persecusión del Ejército, las Farc y el ELN convirtieron las minas antipersonal en elementos de protección de los cultivos ilícitos, lo que indica que vastas zonas rurales plagadas de coca, amapola y marihuana lo están también de estos artefactos.

Con este panorama tan preocupante, las guerrillas, si en verdad tienen voluntad de paz, deberían comprometerse dentro de los acuerdos a los que puedan llegar con el Estado colombiano a asumir la labor de desminado, como una forma de remediar en alguna medida el grave daño que han causado con el uso de armas no convencionales y evitar más muerte y más dolor. Esto es algo que el Gobierno Nacional debería exigir en La Habana.

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