Lo que se vive en el vecino país muestra porqué una democracia debe evitar la concentración de poder
Las dolorosas lecciones de Venezuela
La supuesta “reelección” de Nicolás Maduro en Venezuela, en medio de acusaciones generalizadas de fraude electoral, subraya la importancia de mantener el equilibrio de poderes en una democracia.
Lo que ocurre en el país vecino debe servirle al mundo como una advertencia contundente sobre los peligros de la concentración del poder y la falta de contrapesos institucionales.
En las elecciones del pasado 28 de julio, las encuestas a boca de urna mostraron una clara ventaja de Edmundo González, el candidato opositor respaldado por María Corina Machado, con un 70% de los votos. Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, bajo el control absoluto del régimen chavista, proclamó a Maduro como vencedor, con más del 50%, resultado que parece no reflejar la realidad de las urnas.
Este escenario pone en evidencia una de las grandes lecciones: la necesidad de proteger las instituciones democráticas para evitar que se conviertan en instrumentos de opresión.
La independencia del poder electoral es esencial para garantizar la transparencia en los procesos electorales, pues en Venezuela, la ausencia de contrapesos ha permitido que Maduro se perpetúe en el poder, utilizando el aparato estatal para reprimir a la oposición y controlar todos los ámbitos de la vida política.
Colombia, a través de su experiencia con la reelección presidencial, conoció la importancia de evitar que un gobernante en ejercicio utilice los recursos del Estado en su beneficio.
La eliminación de la reelección en nuestra Constitución fue un paso crucial para evitar la acumulación de poder y proteger la integridad del sistema democrático.
Para que una democracia se mantenga sana, debe contar con mecanismos de control, transparencia y alternancia en el poder. El poder absoluto corrompe.