Las lecciones de Benedicto XVI
La sorpresiva renuncia del papa Benedicto XVI se convierte en una lección para todos aquellos que, pese a las limitaciones físicas, y en algunos casos mentales, que impone la edad, se aferran al poder y permanecen en él, en detrimento de las instituciones que representan.
Legalmente, Joseph Ratzinger no está obligado a dimitir, pues el papado no tiene un período definido, es vitalicio, y aún padeciendo enfermedades terminales y reducidos a sus lechos, sus antecesores lo han ejercido hasta la muerte. Allí está el gran valor de su decisión, pues antepuso los intereses de la Iglesia Católica a su propia aspiración personal.
Se requiere mucha sensatez y valentía para admitir impedimentos para desempeñar una función y dar un paso al costado, pero, como el mismo Pontífice lo dijo en su carta de renuncia, las exigencias del mundo moderno, que va a grandes velocidades, demandan en los cargos de poder personas dinámicas, que transmitan a partir del ejemplo, no del discurso, y para eso se necesita vitalidad.
La Iglesia Católica, que se muestra cada vez más rezagada frente a las transformaciones producto de la ciencia, la tecnología y la apertura del pensamiento, requiere con urgencia un líder carismático que la renueve y la ponga a tono con el mundo actual. La dimisión de Benedicto XVI, elegido papa cuando tenía 78 años, demuestra que fue un error poner a alguien de tan avanzada edad al frente del Vaticano.
Hoy la Iglesia Católica debe preguntarse si el papado debe seguir siendo vitalicio o si, al igual que los cardenales, que tienen un retiro obligado a los 80 años, los pontífices también deben tener edad límite.
Ojalá la renuncia de Benedicto XVI sirva como ejemplo para la clase política y abrir, en todo el mundo democrático, el debate sobre la urgente necesidad de establecer límites de edad y condiciones físicas para el ejercicio de los cargos de poder. La obsesión de una persona por sostenerse en una alta dignidad no puede prevalecer sobre las necesidades de una comunidad que requiere líderes vitales.