Linchamientos, muy mal síntoma

Hace pocos días, cerca a la sede del Diario Occidente, un hombre fue linchado en el centro de Cali. Ocurrió en la noche del jueves 29 de enero, poco después de las 7:00.

Se escucharon gritos y un disparo; una horda, en la que había varias personas con armas de fuego, perseguía a un presunto ladrón que dos cuadras más adelante cayó muerto.

Un caso más de la mal llamada “justicia” por mano propia, cada vez más común en nuestra ciudad y en nuestro país, en el que ciudadanos indignados por el accionar de un supuesto atracador se convirtieron en asesinos.

Antes de hacer cualquier consideración sobre este caso, hay que dejar claro que nada justifica este tipo de acciones. La “justicia” por mano propia no es justicia, porque deriva en delitos peores a los que se pretende castigar.

Es necesario que se revisen con urgencia los factores que alimentan este tipo de conductas salvajes para aplicar los correctivos y evitar que se normalicen ese tipo de ajusticiamientos bárbaros.

Entre los ciudadanos hay una tendencia creciente que considera que los ladrones deben ser linchados porque las autoridades o no los capturan o los dejan libres pocas horas después sin castigar sus acciones. La principal forma de desvirtuar este argumento es con una justicia efectiva, que sea rápida y oportuna, para que los ciudadanos confíen en ella.

En el largo plazo, es necesario un trabajo desde la educación enfocado en el respeto por la vida y los derechos de los demás, para que se entienda que una cosa es que los ciudadanos cooperen con las autoridades en la lucha contra los delincuentes, pero otra, muy diferente y peligrosa, es que los ciudadanos asuman funciones que son competencia exclusiva de las autoridades.

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