Mal comportamiento en el estadio de Miami: ¿eso somos?

El caos protagonizado por hinchas colombianos en Miami, a las afueras del Hard Rock Stadium, no solo empañó lo que debía ser una fiesta del fútbol, sino que también puso en evidencia una lamentable faceta de nuestra cultura.

Ante la final de la Copa América contra Argentina, la multitudinaria y desordenada aglomeración que intentó ingresar sin boleto al estadio generó disturbios que obligaron a la intervención inmediata de las autoridades locales, retrasando el inicio del encuentro.

Esta situación nos obliga a una reflexión profunda: ¿es esta la imagen que queremos proyectar al mundo? La falta de respeto por las normas y la predisposición al desorden se han normalizado en nuestro país al punto de ser exportadas, y Miami, con su respuesta firme y organizada, nos mostró el espejo en el que debemos mirarnos.

Mientras las autoridades estadounidenses actuaron con eficacia y sin titubeos, nuestras propias instituciones a menudo se muestran laxas y permisivas ante comportamientos similares en los estadios colombianos. Este contraste no solo es evidente, sino también vergonzoso.

En Colombia hemos llegado a justificar, e incluso romantizar, el mal comportamiento de algunos hinchas bajo el pretexto de la pasión futbolística, olvidando que el respeto y la convivencia deben primar en cualquier ámbito.

Es urgente que como sociedad dejemos de normalizar y tolerar estas actitudes. No podemos seguir “formando” colombianos que, con su comportamiento, nos avergüenzan internacionalmente y deterioran la convivencia en nuestro propio país. Necesitamos un cambio cultural profundo que abarque tanto la educación como el control riguroso.

Las autoridades deben actuar con firmeza y coherencia, sin excusas ni medias tintas, para garantizar que se respeten las normas y que se sancionen los comportamientos inadecuados.

No podemos quedarnos en la vergüenza; debemos preguntarnos qué vamos a hacer para corregir.

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