Si está claro el grave riesgo que implica la pólvora, ¿por qué nuestra sociedad insiste en usarla?
Pólvora: nada que aprendemos
Apenas ha transcurrido poco más de una semana de diciembre y el número de quemados con pólvora en Colombia llega al centenar. Ante esto, resulta inevitable preguntar de qué han valido las campañas y mensajes reiterados año tras año por autoridades y medios de comunicación que, además de recordar los peligros de manipular cualquier elemento explosivo, advierten sobre las sanciones para los padres de los menores de edad que resulten lesionados.
La pólvora no representa un riesgo solo para quienes la manipulan, otras personas pueden resultar heridas al ser alcanzadas por algún artefacto explosivo y el humo tóxico generado por la quema de este tipo de elementos ocasiona problemas respiratorios, sin contar las molestias y alteraciones nerviosas que pueden ocasionar en muchas personas, sobre todo en adultos mayores, las fuertes detonaciones.
Y, como si esto fuera poco, los animales, tanto los domésticos, como los silvestres, también se ven afectados por la pólvora, hay reportes de perros que han sufrido infartos y aves que, al huir del ruido y las luces, terminan extraviadas y heridas, dejando sus nidos con sus crías.
Lo preocupante y a la vez desconcertante es que, pese al listado de daños que ocasiona la pólvora, haya personas que insistan en su utilización, dejando claro que no les importan los perjuicios que puedan ocasionar con una forma de celebrar que, aunque haga parte de una tradición, resulta anacrónica a estas alturas de la civilización.
Este año el tema de la pólvora es aún más complejo, pues ante la pandemia del covid-19, las autoridades hacen grandes esfuerzos para tener la mayor capacidad de atención, pero los quemados no contribuyen a ello.
Hay que intensificar los operativos contra la pólvora, pero, sobre todo, insistir desde la educación en formas de celebración que no representen peligro.