Ojalá el presidente entienda que no toda crítica busca dañarlo y comience a escuchar a quienes piensan distinto a él
Presidente, escuche a todos los colombianos
El reclamo contundente de un joven al presidente de la República, Gustavo Petro, durante un encuentro en Bogotá, resuena como un eco de la frustración y la desilusión que muchos ciudadanos sienten ante la falta de disposición del mandatario para escuchar y atender a quienes se atreven a cuestionar su gobierno.
Es inaceptable que en un país democrático, el presidente solo se preocupe por escuchar a aquellos que coinciden con su visión política, ignorando y estigmatizando a quienes tienen opiniones divergentes.
¿Acaso los jóvenes de Colombia son solo los de la “primera línea”? ¿Acaso las voces críticas no merecen ser escuchadas y consideradas?
La tensa situación vivida por el consejero de juventud de Santander, William Molina, después de expresar sus reparos al Gobierno, refleja una realidad preocupante.
El hecho de que la vicepresidenta Francia Márquez le recriminara sus comentarios, mostrando una clara intolerancia hacia la discrepancia, es una muestra de la falta de apertura al diálogo.
Este episodio evidencia la urgente necesidad de que el presidente Petro y su gobierno adopten una postura más receptiva y dialogante hacia todas las voces de la sociedad colombiana.
No puede ser que la crítica sea vista como un ataque personal o como un intento de deslegitimar al gobierno. Por el contrario, es precisamente en la diversidad de opiniones y en el debate abierto donde se gestan las soluciones más sólidas y representativas para los desafíos que enfrenta nuestro país.
En una democracia verdadera, el gobierno debe estar dispuesto a escuchar y atender las demandas y preocupaciones de todos los ciudadanos, incluso de aquellos que no están de acuerdo con sus políticas. Cuando hay más discursos que soluciones, la gente se cansa.