Tanto abuso policial es señal de que algo anda mal en la institución

¿Qué pasa en la Policía?

miércoles 9 de septiembre, 2020

La brutal agresión de dos policías que condujo a la muerte del abogado Javier Ordóñez, en la madrugada de ayer en Bogotá, no puede verse como un caso aislado. Los abusos policiales, que parecen ir en aumento o que simplemente ahora son evidenciados por la facilidad de hacer videos con los teléfonos móviles, ameritan acciones de fondo, que van mucho más allá de la merecida sanción de los uniformados que los cometen.

Se han vuelto tan frecuentes estas escenas, difundidas a través de las redes sociales y los medios de comunicación, que debe abordarse como un fenómeno sistemático, no porque la Policía coordine y plenee los abusos, pues no es así, sino porque se debe determinar cuáles son los factores internos de la institución que propician las conductas abusivas de sus miembros.

Es importante recalcar que todo policía que caiga en excesos de fuerza, sobre todo aquellos que causan graves lesiones y hasta la muerte a sus víctimas, deben ser tratados como delincuentes y castigados de manera ejemplar con todo el rigor de la ley.

Sin embargo, y sin que esto justifique su inadmisible conducta, hay que encontrar las razones por las que tantos policías dejan su rol de defensores de la ciudadanía y se pasan al otro lado, para convertirse en verdugos de quienes, se supone, deben proteger. La Policía necesita un examen sicológico general a partir del cual se puedan tomar no solo correctivos sino también acciones preventivas para evitar que se repitan casos tan lamentables como el que acabó con la vida de Javier Ordóñez.

¿Presión, exceso de trabajo, falta de formación, errores en la selección? Algo está fallando y hay que detectarlo, no para justificar a los abusadores, que deben ir a la cárcel, sino para evitar que haya más policías como ellos.

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