El éxito de la fiesta depende del comportamiento ciudadano
La Feria es responsabilidad de todos
La llegada de la Navidad y el cierre del año sitúan a Cali en uno de sus momentos más intensos y simbólicos.
La ciudad se prepara para vivir la versión 68 de la Feria de Cali, un evento que desborda música, baile y color, pero que también exige una dosis alta de responsabilidad colectiva.
No se trata solo de una agenda cultural ambiciosa ni de una logística bien afinada; se trata, sobre todo, de cómo los caleños asumen su papel como anfitriones y protagonistas de la fiesta.
Las autoridades han dispuesto operativos de seguridad, planes de movilidad y controles especiales para estas fechas.
Sin embargo, ningún esquema institucional puede sustituir el comportamiento ciudadano.
Es imposible tener vigilancia en cada esquina, en cada celebración de barrio o en cada encuentro espontáneo.
Por eso, la clave para un balance positivo durante la Feria no está únicamente en la presencia policial, sino en la capacidad de autocuidado, autocontrol y respeto por el otro.
La celebración no puede traducirse en riñas callejeras, intolerancia ni tragedias viales. El consumo de licor, inevitable en estas fechas, debe darse con moderación y responsabilidad.
Cada caleño que sale a disfrutar los eventos debe tener claro que el verdadero festejo no es el exceso, sino la posibilidad de regresar a casa sano y salvo, y de permitir que otros también lo hagan. La alegría pierde sentido cuando se convierte en violencia o imprudencia.
La Feria de Cali es mucho más que una programación artística. Es identidad, es memoria, es economía y es proyección de ciudad. Cuidarla implica entender que la responsabilidad individual tiene un impacto colectivo.