La fiesta y el baile están tan arraigados en nuestra ciudad

Rumba en Cali, más allá de la indisciplina

martes 23 de junio, 2020

Los esfuerzos de las autoridades caleñas para evitar aglomeraciones que puedan convertirse en focos de contagio del covid-19 son innegables; además de medidas como la implementación de la ley seca y el toque de queda durante los fines de semana, se han realizado operativos de control para desactivar las reuniones que desatienden las medidas de prevención. Sin embargo, pese a las restricciones y la advertencia tanto de sanciones como del riesgo que implican las aglomeraciones, las fiestas continúan.

Es un error responsabilizar de esto a las autoridades, pues las rumbas en medio de la pandemia tienen que ver con una expresión arraigada en la cultura popular de Cali; esta es una ciudad que baila todo el año y en algunos sectores el baile es, más que un entretenimiento, un estilo de vida.

No se trata de justificar a quienes rompen el aislamiento social y los protoclos de bioseguridad y se exponen a contraer el virus y a contagiar a sus familias, sino de invitar a las autoridades locales y a la sociedad caleña a ver la situación más allá de lo restrictivo.

Con una cuarentena tan extensa, y en medio del aumento de contagios y de muertes por covid-19, que obligará a mantener ciertas restricciones, es necesario pensar cómo se manejará el tema de la rumba, pues está claro que mientras no se habiliten espacios para este tipo de actividades, se trasladarán a las casas y a los barrios, y no habrá ni Policía ni Ejército suficientes para impedirlo.

Partiendo de aceptar que Cali es una ciudad rumbera, hay que preguntarse cómo disuadir y cómo educar a quienes no están dispuestos a renunciar a la rumba. No es un asunto fácil.

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