Seguridad: solos no podemos

Si bien la alerta emitida por la Defensoría del Pueblo sobre la situación de seguridad de Cali no es temprana, sino tardía, debe servir como punto de partida para que por fin se dé un trabajo interinstitucional encaminado a rescatar a la capital vallecaucana de las garras del crimen.

Aunque lo que dijo el defensor del Pueblo, Carlos Camargo, no es nuevo para quienes viven en esta ciudad, es valioso que lo visibilice, pues al darle la categoría de alerta, se constituye en una advertencia para que los encargados de la seguridad, que no son sólo las autoridades locales, asuman su responsabilidad.

Para avanzar en el tema es necesario que, de una vez por todas, se reconozca desde el Gobierno Nacional que el caso de Cali no es un problema local, pues aunque sea en la ciudad donde se cometen los hechos de violencia, éstos hacen parte de una dinámica criminal regional y nacional que ha convertido a la capital del Valle del Cauca en el centro de operaciones desde el que se manejan los negocios ilícitos del suroccidente colombiano.

El paro fue el reflejo de cómo la criminalidad está en capacidad de tomarse no sólo a Cali sino al Valle del Cauca, y si no hay un trabajo conjunto enfocado en desarticular todo ese tejido de ilegalidad, en cualquier momento la ciudad y el departamento pueden vivir nuevamente situaciones tan complejas como esa o sufrir ataques terroristas.

Cali necesita una estrategia de seguridad que vaya más allá de sus fronteras y más allá de poner policías temporalmente en las esquinas. Si la apuesta no se concentra en desmantelar las estructuras del crimen, seguiremos dedicados a contar muertos.

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