Si los congresistas ponen al país por encima de sus intereses, Colombia no caerá en lo de Venezuela
Un Congreso independiente, un seguro para la democracia
La crisis que atraviesa Venezuela, agravada por el fraude en las elecciones presidenciales a favor de Nicolás Maduro, sirve como una advertencia alarmante para Colombia.
Evitar que nuestro país siga la misma ruta no depende únicamente del presidente Gustavo Petro, sino fundamentalmente del Congreso de la República, que tiene la responsabilidad de aprobar o rechazar las reformas propuestas por el gobierno nacional.
Es preocupante que históricamente el Congreso colombiano se haya movido al compás de los intereses del gobierno de turno.
Con Petro ya hemos visto señales preocupantes, como la aprobación de la perjudicial reforma tributaria y la reciente reforma pensional.
Estas acciones sugieren una tendencia peligrosa que, si no se controla, podría comprometer nuestra democracia. Las denuncias e indicios de compra de congresistas por parte de funcionarios del gobierno nacional para garantizar la aprobación de sus reformas son particularmente alarmantes.
Existe el riesgo real de que el Congreso caiga en la tentación de aprobar reformas que puedan romper el equilibrio político del país y poner en peligro nuestra democracia.
La independencia del Congreso respecto al gobierno es crucial para el funcionamiento de una democracia. Esta separación de poderes asegura que el Legislativo actúe como un contrapeso al Ejecutivo, lo que es esencial para prevenir abusos de poder y garantizar la representación de la voluntad popular.
Un Congreso independiente permite un sistema de controles y equilibrios, donde cada rama del gobierno puede supervisar y limitar el poder de las otras, evitando así la concentración de poder en manos del presidente, lo que podría llevar a un gobierno autoritario.
Además, un Congreso independiente puede representar mejor los intereses de los diversos sectores de la sociedad. Si el presidente controla el Legislativo, es probable que se prioricen los intereses del Ejecutivo sobre los de la ciudadanía.
La historia reciente de Venezuela ilustra claramente los riesgos de un Congreso controlado por el presidente. La manipulación de leyes y procedimientos legislativos para consolidar el poder del Ejecutivo ha llevado al país a una forma de gobierno autoritario.
Si en Venezuela no se hubieran reformado las leyes a partir de la constituyente, adaptándolas a las necesidades de Hugo Chávez, el país no estaría hoy convertido en una dictadura.