Los silencios y la ambigüedad de gobiernos como el de Colombia han ayudado a la consolidación del golpe en Venezuela

Una actitud cómplice con Maduro

Foto: Captura de video
lunes 16 de septiembre, 2024

El exilio de Edmundo González Urrutia, verdadero presidente electo de Venezuela, marca un nuevo capítulo en la tragedia del vecino país, donde la dictadura de Nicolás Maduro sigue consolidándose sin mayores obstáculos.

González se vio forzado a huir hacia España, amenazado por la orden de captura emitida por la Fiscalía chavista, un reflejo más de la persecución política y la falta de libertades.

Lo más preocupante no es solo la evidente represión en Venezuela, sino la pasividad de la comunidad internacional frente a un fraude confirmado.

Organismos como la ONU y la OEA, que supuestamente deberían defender la democracia, parecen quedarse en discursos vacíos y, en Venezuela, la dictadura se burla del mundo, mientras su pueblo sigue sumido en la pobreza y sin oportunidades.

Este panorama es aún más alarmante cuando observamos la actitud de gobiernos como el de Gustavo Petro, que se niegan a tomar una posición clara frente a la crisis venezolana; sus silencios y ambigüedad frente al régimen de Maduro solo han facilitado su consolidación.

Petro, al igual que otros líderes de la región, privilegia las lealtades ideológicas por encima de los principios democráticos, y en su afán de mantener una supuesta neutralidad, termina por legitimar, de manera indirecta, a un dictador.

La solicitud de captura inmediata de Nicolás Maduro presentada por 31 expresidentes iberoamericanos ante la Corte Penal Internacional (CPI) es un esfuerzo loable.

Sin embargo, ¿de qué sirve este tipo de peticiones si no hay acciones concretas? La CPI no puede limitarse a recibir denuncias sin actuar, porque con cada día que pasa, el régimen de Maduro se fortalece, y el peligro de que otros líderes en la región lo imiten crece.

Los venezolanos no pueden enfrentar solos a un régimen que controla las fuerzas armadas y los órganos judiciales. La comunidad internacional debe intervenir de manera decisiva, o el futuro de Venezuela será el de una dictadura perpetua, como en Cuba o Nicaragua.

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