Resulta difícil entender que quienes denunciaban las masacres, ahora que son gobierno no hagan nada efectivo para frenarlas
¿Ya no importan las masacres?
Uno de los grandes problemas que tiene Colombia es la indignación selectiva frente a los males que aquejan al país.
El rechazo a malas acciones, como hechos de violencia o de corrupción, depende de la afinidad que se tenga con sus autores o de la conveniencia o inconveniencia de pronunciarse sobre los mismos.
Este parece ser el caso de las masacres, abominables acciones que llenan de dolor y vergüenza a nuestro país, que parecen haberse convertido en parte del paisaje y de las que hoy poco se habla, pese a que están en aumento.
Mientras que entre enero y febrero de 2022 hubo 13 masacres en Colombia, en los dos primeros meses de este año se registraron 21, y al momento de escribir este editorial las matanzas llegan ya a 29 casos.
Paradójicamente, quienes están hoy en el gobierno nacional fueron por años, y muy especialmente durante el periodo anterior, asiduos denunciantes de las masacres y duros críticos del Estado por su falta de acción para prevenir estos hechos, muchos de ellos anunciados por la comunidad o en alertas tempranas de la Defensoría del Pueblo a las que no se les prestó atención.
Sin embargo, con el cambio de gobierno, contrario a reducirse, las masacres aumentaron y quienes antes denunciaban de manera insistente este flagelo, ahora que están en el poder y tienen a su cargo la fuerza pública y los organismos de inteligencia del Estado, guardan un llamativo silencio frente al tema, ¿por qué?
Al presidente Gustavo Petro hay que exigirle que actúe en concordancia con el discurso que lo visibilizó y lo llevó al poder y, en ese sentido, el país espera que su gobierno adopte medidas efectivas para frenar el derramamiento de sangre; de lo contrario, se inferirá que su indignación frente a las masacres no era más que una posición política de cálculo electoral