La matazón sí fue como la contaban
El 27 de junio del 2022,mientras se desarrollaba la última noche de la Feria de Tuluá se produjo la hasta ahora inexplicable matazón de por lo menos 51 presos de la cárcel del pueblo de mis novelas. Aunque las lenguas tulueñas contaron de voz a voz lo vivido, ninguna autoridad ni judicial ni policial ni del Inpec revelaron la verdad a los colombianos.
Y como en nuestro país los presos son catalogados como parias de la sociedad, hayan sido o no condenados, esa matazón monstruosa no removió ni escaparates ni corazones.17 meses después, el periódico El Tiempo reveló en su edición dominical lo que la Procuraduría, en un documento de 115 páginas, logró averiguar y que coincide en casi todo con la versión que se conoció en Tuluá.
Aprovechando el jolgorio y el bullicio del último día de fiestas en el Coliseo de Ferias, aledaña a la cárcel, se citaron a una pelea en el patio 8 para dirimir diferencias de mando y control los dos plumas o caciques de patio, Brayitán y Millán y como las fiestas debieron haber dilatado responsabilidades, los guardianes del Inpec no cumplieron con su deber.
Dice la Procuraduría que solo un funcionario del Inpec aquella noche de horror tenía la misión de custodiar 590 internos de los patios 8,9,10 y 11.Pese a la pelea que se formó, porque en la batalla de los dos plumas, uno cayó tendido y sus partidarios salieron a vengarlo, el guardia no dizque tomó medidas y la guerra con cuchillos hechos de cepillos de dientes, palos y tablas de las camas arreció. Acudieron dos dragoneantes del Inpec y torpemente accionaron granadas lacrimógenas a los pasillos del patio 8 y fue la debacle.
Los internos quemaron colchones para protegerse con el humo y el incendio ahogó, con las puertas cerradas del patio, a los que no morían a cuchilladas. Dicen en Tuluá que de los heridos que sacaron con vida murieron otros 11 más. Es decir en una noche mataron 62 personas y el país ni pestañeó. Son Las Guerras de Tuluá.