Oración por Gaza en una tarde

Carmiña Navia Velasco

Algunas veces me encuentro repasando los hechos históricos que han rodeado mi vida y encuentro que la historia en sus oscuras tenebrosidades podría reescribirse a la manera de La historia universal de la infamia, de Jorge Luis Borges.

¿A qué asistimos cada tarde cuando esperando ya el reposo, asumimos los desarrollos del día? Tres años antes de mi nacimiento fue derrotado y llevado al suicidio uno de los mayores monstruos que ha pisado esta tierra: el 30 de Abril de 1945 dicen que se quitó la vida Adolfo Hitler, con ello se cerraba la realidad más dura y más amarga del siglo XX, siglo que al otro lado había traído a la humanidad muchas conquistas.

Los espíritus optimistas y sembradores de esperanza creyeron que con esa derrota había acabado la posibilidad de horror entre los hombres y mujeres… y que nunca hechos tan pavorosos como la persecución y el holocausto contra el pueblo judío podría volver a repetirse. No sospechábamos que estos espíritus se habían equivocado totalmente. Y sin embargo…

No dudo que la historia está atravesada por infamias como el imaginario borgiano en ese libro. Durante el recorrido hay momentos, hay hechos, hay personas que sobresalen del conjunto y logran una palma de honor de las infamias. Podemos pensar en los asaltos de los blancos a África para instaurar la esclavitud, podemos pensar en las matanza de los pobladores indígenas del norte o sur América, podemos pensar en las violaciones masivas de mujeres en las mil y una guerras que han creado los hombre. La lista podría ser muy extensa.

Llegando al siglo XX, cuando se pensaba que la conciencia humana había madurado y encontrado cauces de mayor hermandad nos encontramos con varias de estas cumbres: Los campos de concentración y el holocausto contra los judíos, los campos de muerte en las heladas llanuras de Siberia y las persecuciones, purgas y asesinatos de Stalin en un lado y Mao Tse-Tung en otro, las bombas de Hiroshima y Nagasaki, los horrores de Franco y Pinochet en sus respectivos países.

Asistimos ahora, en mi generación y en las que siguen al crimen culminado cada día: El nuevo nombre es Gaza. Gaza concentra los espantos y construye con saña los infiernos de este siglo XXI. Un exterminio se vuelca sobre lo que llamamos vanamente “la civilización occidental”. Un genocidio perpetuado ante los ojos del mundo, un cerco por hambre que asesina la esperanza en los ojos de los niños.

Hace unas décadas presenciamos -en otro capítulo de la historia universal de la infamia- el hambre de los niños en Biafra, cuyas imágenes lastimaban los ojos y la punta del alma, como diría Mafalda. Hoy asistimos a la deformación de la infancia por el cerco de hambre a que son sometidos los Palestinos, la presencia de esta infancia sin futuro y sin hoy, convoca lágrimas e indignación.

Yo me pregunto en todos los minutos del día; ¿qué ha conseguido la humanidad en su evolución si no ha llegado a la posibilidad de un acuerdo mundial que pudiera impedir esto que Netanyahu y sus compinches perpetúan en cada amanecer? Mientras algún hombre o país en el mundo pueda querer borrar a otros de nuestro universo político -y lo pueda llevar a cabo impunemente- no hemos conseguido nada como seres humanos. Nuestras conquistas son todas una gran impotencia, una gran ironía, una parodia.

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viernes 8 de agosto, 2025

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