¿Vivimos incomunicados?
Héctor de los Ríos
La soledad se ha convertido en una de las plagas más graves de la sociedad.
El contacto humano ha perdido calidez y cordialidad sincera.
Esto debido a que hay muchos intereses, mucho egoísmo, desconfianza y orgullo. Pensemos en la incomunicación de tantos esposos, hermanos y familias.
Nunca habíamos dispuesto de tantos medios de comunicación, pero vivimos incomunicados y escuchándonos sólo a nosotros mismos, insensibles e indiferentes ante el dolor de los que sufren, ante los discriminados.
El Evangelio de este domingo, San Marcos 7,3137, nos presenta a Jesús cuando cura a un sordomudo y realiza un gesto que encierra todo lo que quiere aportar a la humanidad, esto es, abrir la vida de los hombres y mujeres a su realidad más profunda que está en la expresión \”ábrete\”.
No hay peor sordo que quien no quiere oír, ni peor mudo que quien no quiere hablar.
Hay mucha sordera ante el clamor de los pobres, mucha insensibilidad ante el dolor de los necesitados y demasiados silencios y discriminaciones deliberados a causa de intereses egoístas y recordemos que hablamos a nuestros hermanos no solamente con nuestra palabra, sino también con nuestra vida, nuestro ejemplo y nuestra actitud.