¿El centro caerá en su propia trampa?
En el centro político colombiano hay muchos egos y pocos votos. Esa es la conclusión que deja una conversación sostenida con el analista Luis Hernán Ocampo, director de la firma CitiPublics, quien lleva años cruzando datos de opinión y resultados electorales.
Y es que mientras la derecha tiene músculo para jugar con dos cartas en primera vuelta, y la izquierda tarde o temprano terminará unificada alrededor del presidente Gustavo Petro y quien sea su candidato, el centro parece estar condenado —otra vez— a autodestruirse.
Ocampo calcula que ese sector del espectro ideológico tiene, mal contados, unos cinco millones de votos, pero ese potencial electoral hoy está repartido entre al menos siete precandidatos: Sergio Fajardo, Claudia López, Juan Daniel Oviedo, Juan Manuel Galán, Enrique Peñalosa, Alejandro Gaviria y Maurice Armitage.
En esas condiciones de dispersión, ninguno lograría sumar los votos necesarios para clasificar a segunda vuelta.
Es claro que figuras como López, Oviedo, Galán y Peñalosa no se van a bajar, y el centro no se puede dar el lujo de llegar dividido ni siquiera en dos bloques a la primera vuelta, como quedó demostrado en 2018…
En esa oportunidad, Humberto de la Calle obtuvo los 400 mil votos que le quedaron faltando a Sergio Fajardo para pasar a la segunda vuelta.
La división del centro entre dos candidatos le permitió a Gustavo Petro pasar a la gran final contra Iván Duque.
La derecha, en cambio, sí puede darse el lujo de dividir sus votos. Lo hizo en 2022, cuando Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández se contaron y el outsider santandereano fue el que clasificó, y en esta campaña podría repetirse algo así… Pero ni el centro ni la izquierda tienen ese margen, por eso el bloque que llegue más dividido a la segunda vuelta será el que perezca.
En ese contexto, el Pacto Histórico ya tiene un candidato viable —Gustavo Bolívar— y más allá de las disputas internas, será muy difícil que no lleguen unificados, pues, por simple supervivencia y afán de mantener el poder –además del guiño presidencial– se agruparán alrededor de quien sea el más viable de sus candidatos.
Mientras tanto, en el centro, ninguno se quiere bajar, todos creen tener con qué. Pero si no hay consulta, si no hay encuesta, si no hay algún mecanismo de depuración, lo que habrá será otro suicidio electoral colectivo.