¿Qué buscarán los caleños de su próximo alcalde?
Por estos días quienes aspiran a gobernar Cali y sus estrategas se devanan los sesos tratando de establecer qué buscarán los caleños a la hora de elegir a su próximo alcalde.
El ejercicio no es nada fácil, pues Cali, además de ser una ciudad con un comportamiento electoral muy atípico -alguien dijo: una ciudad que vota raro- ha vivido en los últimos dos años situaciones que la hacen más impredecible a la hora de tomar decisiones políticas.
Sin duda, el paro nacional, que aquí hizo más daño que en cualquier otra ciudad; la compleja situación de inseguridad, el triunfo del Pacto Histórico en las elecciones legislativas y presidenciales, así como los escándalos por presunta corrupción son factores que influirán en el electorado caleño.
Claramente, el voto se mueve a partir de emociones -salvo contadas excepciones, hasta quienes creen votar con la razón lo hacen movidos por miedos, sueños, esperanzas, rabia y hasta venganza- y gracias a todo lo que ha ocurrido, Cali es hoy más que nunca un hervidero de emociones… La gran pregunta es cuál será la emoción mayor dentro de un año, cuando llegue la hora de votar.
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Algunos se desgastan con encuestas que preguntan “¿Cuál considera usted que es el principal problema de la ciudad”, para, con base en las respuestas, priorizar los temas a tratar y las propuestas a presentar, pero la cosa no es por ahí, esa fórmula ya está mandada a recoger…
Lamentablemente, el tema aquí no es de propuestas, si así fuera, en elecciones anteriores hubiesen ganado candidatos que fueron considerados los mejores, porque tenían programas muy bien hechos y planteamientos bien argumentados, pero que, a la hora de la verdad, no lograron emocionar a los caleños.
Muchos creen que la campaña local del 2023 se presidencializará, es decir, que será un pulso entre petrismo y anti petrismo…
Otros consideran que se puede dar una puja entre continuismo y cambio, es decir, un debate que alindere a un lado a los candidatos que son o han sido aliados del actual gobierno local y en la orilla contraria a los críticos y opositores.
Otros creen que, ante la crisis de inseguridad que vive la capital del Valle del Cauca, y el creciente desorden que estimuló el paro, los caleños priorizarán a quien consideren capaz de devolverle a la ciudad el sentido de autoridad y combata la delincuencia y el caos.
Igualmente, hay quienes creen que, ante la crisis de confianza, el factor ético sí podría pesar esta vez… ¿Será?
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Lo único cierto es que a un año de las elecciones, la Alcaldía de Cali no tiene dueño, ni siquiera hay favoritos, está todo por hacer y resulta muy, pero muy difícil leer qué quiere el complejo y particular electorado caleño.