Segunda entrega de la serie del historiador Johnny Delgado sobre la historia de la Villa de las Palmas

Economía de Llanogrande y Palmira

lunes 24 de junio, 2024

Por Johnny Delgado M.

Economía colonial de Llanogrande. A finales del siglo XVI, los hermanos Lázaro y Andrés Cobo y el capitán Gregorio de Astigarreta montaron pequeñas estancias e ingenios para producir panes de azúcar y derivados, en la zona del Bajo Amaime.

Con el surgimiento de Buga se hicieron repartimiento de indios y tierras en el Alto y Medio Amaime a los mismos estancieros, así como se otorgaron mercedes de tierras a otros vecinos de Buga en otras zonas bajo la tutela de Buga.

El crecimiento del ganado cimarrón en las amplias praderas más la producción de productos de pancoger impulsó el crecimiento de las estancias.

Vino la legalización de tierras por parte de la Corona a los propietarios que con dificultades económicas utilizaban la mano de obra indígena esclavizada y encomendada.

La posterior apertura de producción aurífera en el Chocó y El Raposo y la población indígena local en franca extinción, motivó la introducción de los negros esclavizados en las unidades productivas de Llanogrande que se convirtieron en haciendas.

Con el aumento de la población y el mestizaje aparecieron los campesinos libres que participaron de diversas formas en la economía que tuvo un siglo de auge entre 1670 y 1770.

Se establecieron entonces dos clases socioeconómicas bien diferenciadas: por una parte la alianza de hacendados, mineros y comerciantes junto al clero, funcionarios públicos y beneméritos eran la élite económica mientras las castas o pardos o libres de todos los colores que agrupaba los campesinos mulatos, mestizos, zambos, indios forasteros, españoles pobres y negros libertos, se dedicaron a trabajar en sus parcelas los unos, otros se emplearon en las haciendas, como peones o concertaron como terrazgueros, participando de la economía colonial.

Es de anotar que el patrimonio de los hacendados estaba representado principalmente en el ganado, las herramientas de labranza y los esclavos por encima del valor de la tierra.

La economía financiera se dinamizaba a través de los censos y capellanías en las que la Iglesia hacía las veces de banco.

En una sociedad permeada por la religión que preconizaba la salvación y la caridad, era común que los individuos pudientes donaran dinero para el sostenimiento del culto; otros establecían o fundaban capellanías donde pagaban por adelantado un dinero o Principal a una comunidad religiosa, que pagaba un 5% anual de interés a la capellanía.

Con ese rédito se pagaba al cura capellán que se encargaría de dar misas por la eternidad a nombre del alma del fundador.

O a veces ese interés generado se dedicaba a sostener a un hijo o hija del fundador para su vida sacerdotal monástica o secular.

La Iglesia ya dueña de ese dinero lo prestaba a mineros, hacendados y menos a los comerciantes, que respaldaban sus deudas con hipotecas de sus propiedades.

Las reformas borbónicas con la introducción de impuestos lesivos para esa economía popular y con la exclusión de la administración a los beneméritos locales en los cabildos para favorecer a funcionarios enviados de España, produjo malestares en los virreinatos americanos.

Por ello se dieron las revueltas indígenas en el Alto Perú de Tupac Amarú II y Tupac Catari; en la Nueva Granada se produjo la revolución criolla y de castas de los Comuneros.

En Llanogrande los pardos se levantaron en 1778 con el pretexto de no ir a construir caminos que el virrey había ordenado. Estas crisis sociales y económicas fueron el abono para la revolución criolla que se adelantaría en 1810.

Haciendas y caminos hacia 1750 en Llanogrande (actual Palmira)

Economía republicana de Palmira. A pesar que la economía local se había impulsado por el tabaco a finales del siglo XVIII, las guerras de independencia produjeron el deterioro de las haciendas.

Se sumó a ellos la caída de precio de los esclavos, su fuga o enrolamiento en las filas de españoles y patriotas con promesas de libertad.

Terminada la lucha, las castas adquieren ciudadanía y la Factoría del Tabaco impulsó la economía hasta 1850 junto a la producción pecuaria de las maltrechas haciendas.

Para 1851, las guerras civiles y la abolición de la esclavitud por las políticas del liberalismo produjo otro medio siglo de inestabilidad política solo matizada por la llegada de varios extranjeros al territorio durante el gobierno federal del liberalismo radical.

Estos foráneos se aliaron con los individuos más connotados de Palmira y establecieron casas de comercio e impulsaron la construcción de la infraestructura vial.

Así, Santiago Eder compró en 1864 las haciendas La Manuelita y La Rita e impulsó la producción de café, añil y pan de azúcar con mejoras en las técnicas de cultivos. Para 1901 fundó el ingenio La Manuelita pionero en la producción de azúcar en el país.

Urbanización de Palmira hacia 1850

Para la década de 1920, las recomendaciones de la Misión Chardon y la fundación de la Granja Experimental de Palmira produjeron el despegue del cultivo de caña y producción azucarera.

Entre 1930 y 1970 esta industria azucarera jalonó la introducción de la industria metalmecánica en apoyo a ella. De igual manera, Palmira y las demás ciudades vallecaucanas se beneficiaron de la llegada del ferrocarril ya concluido para 1920.

La producción cafetera del norte y de Caldas impulsó primero la navegación a vapor por el río Cauca (1888-1925); luego por ferrocarril a partir de 1923 y a partir de 1930, estaba la Carretera Central al Norte que permitió el uso de automóviles, que integró la comarca vallecaucana entre sí con el puerto de Buenaventura para exportación de productos agrícolas e importación de bienes de capital para la industria.

Con la consolidación de una creciente clase obrera a partir de 1930, Palmira se convirtió entonces en un emporio agroindustrial con el establecimiento de plantas de producción de semillas, gremios agrícolas, empresas de servicios públicas, empresas alimenticias, empresas de transporte y de ingenios y trapiches que mantuvieron cierto dinamismo hasta 1990 en que la nefasta apertura económica que dio al traste con mucha de la industria palmirana.

Bibliografía:

Delgado M., Johnny, Palmira Ántica, 2ª edición, Amazon, Palmira, 2021, pp. 76-88.
Delgado M., Johnny, Estancias y haciendas de Llanogrande y Palmira, 1570-1970, pp. 61-68.
Delgadillo, Olga Lucía y Víctor Hugo Valencia, Misión Chardon y la modernización agrícola en el valle geográfico del río Cauca, Pontificia Universidad Javeriana, Cali, 2020, pp. 9-11 y 20.
Valencia Llano, Alonso, Palmira, historia, desarrollo económico e identidad cultural, Universidad del Valle, Cali, 2019, pp. 34-40 y 101-105.

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