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Sonia Bazanta Vides, seis décadas de folclor musical

Totó la Momposina, adiós a los escenarios

Totó la Momposina, adiós a los escenarios
domingo 25 de septiembre, 2022

Totó la Momposina, a la edad de 82 años, después de 60 de trabajo artístico musical, este fin de semana anunció que se retirará de los escenarios.

La Momposina es ícono de la cultura del Caribe, igual que Leonor González Mina, La Negra Grande de Colombia, también lo es del Pacífico.

Sonia Bazanta Vides, “La Momposina”, nacida el 1 de agosto de 1940 en Talaigua, isla de Mompox, departamento de Bolívar, cesa su arduo trabajo artístico que le dio reconocimiento por más de medio siglo y la consagró como la máxima representante de la cultura caribe.

Desde muy niña, debido a padecer la violencia política, tuvo que abandonar con su familia su tierra natal, radicándose en Bogotá.

Su vocación musical se la inculcó su ambiente familiar pues su padre era percusionista y su madre cantaora y bailarina, igual que sus hermanos interpretaban y bailaban el folclor regional.

Totomanía cultural

Sonia Bazanta Vides estudió música en el Conservatorio de la Universidad Nacional de Bogotá y en La Sorbona de París.

En 1983, la Momposina se acompañó con su propio grupo de folcloristas a hacer su primera grabación en Francia, integrado por músicos autóctonos con instrumentos tradicionales: las flautas de millo, el llamador, los tambores alegres, el guacho y las maracas.

La Momposina tuvo el mérito cultural de divulgar los ancestros y la esencia del folclor caribeño, en Colombia y por el mundo.

Esta música era desconocida hasta en nuestro propio país debido a que las casas disqueras sólo publicaban lo que sonara a farándula comercial ya que no consideraban rentable grabar ritmos vernáculos interpretados con instrumentos naturales. Sin embargo, la totomanía de Sonia Bazanta trascendió las fronteras.

“Detrás de un velo grande que apenas deja ver unas sombras –dijo José Arteaga refiriéndose a la Totomanía- .

Totó recorre descalza el escenario y se mueve como si flotara entre las nubes. Su vestido largo y de colores es seguido por otros que giran dando vueltas a su alrededor, mientras una banda de músicos, todos de blanco, tocan con manos negras unos tambores hechos con manos negras. Totó ha visto el mundo siempre así: negro, lo que en nuestra cultura musical equivale con claridad a bello.

Y cuando Totó entona Eeeeee, gueyelojé, representa su sangre momposina, colombiana, caribeña y negra”.

Del Caribe a Estocolmo

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La Momposina, investigó el folclor y la música caribeña con el objetivo de divulgarla por el mundo, por ejemplo, en Cuba, Centroamérica, Estados Unidos, Canadá, Francia, Suecia, Alemania, Inglaterra y Japón.

Ese prestigio le acreditó el honor para ser invitada especial de Gabriel García Márquez a Estocolmo Suecia a engalanar con su actuación la ceremonia de recibimiento del Premio Nobel de Literatura 1982.

Ese diciembre, cuando con sus músicos, bailarines y tambores, ella sorpresivamente ingresó al recinto, interrumpió la solemnidad del acto académico, pero no se molestaron los dignatarios presididos por la Real Academia Sueca de la Lengua. Al contrario, la ovacionaron y los académicos e invitados europeos se contagiaron de los ritmos caribeños.

La Momposina le dio vida musical a “Cien años de soledad”, que hasta las mariposas amarillas inundaron la alfombra roja y las finas cortinas del salón solemne del Premio Nobel, como si revoletearan en búsqueda de José Arcadio y los macondianos.

Retiro digno

Cuarenta años después que los caleños vimos la transmisión por los canales de la televisión y nos enorgullecimos por los emocionantes episodios protagonizados por la Momposina en Estocolmo, ahora como amantes de la música del Pacífico, por última vez tuvimos la oportunidad de apreciarla en el escenario, cuando fuera invitada al Concierto Ensamble Voces Afrolatinas, noche en que cantó en alternancia con las voces de Susana Baca, Zully Murillo y Nidia Góngora, en el nuevo capítulo del XXVI Festival de Música “Petronio Álvarez”.

Pero un mes después con tristeza nos enteramos de su decisión de dejar los escenarios porque los médicos le habían diagnosticado afasia frontal primaria.

“Ha llegado el momento en el que esta excelsa representante de la música se retire de los escenarios -explicó un representante de la familia-.

Totó padece desde hace un tiempo dificultades neuro-cognitivas que le impiden seguir”.

La voz de Totó la Momposina es mezzosoprano y los géneros musicales que interpreta son la cumbia, el porro y el mapalé.

Se retira, le dice adiós a los escenarios de manera digna, porque, aunque su voz se conserva todavía, siente que se merma su energía corporal y le falla su memoria.

Ella prefiere apartarse que sentir como su comunicación con su público cambia, no es la misma, siente que se le extingue la candela viva.

Legado vivo

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Pero su legado sigue, como patrimonio cultural inmaterial está grabado en varios álbumes: Colombia: Totó La Momposina y sus Tambores (1983), Cantadora (1989), La Candela Viva (1993), Carmelina (1995), Pacantó (2000), La Bodega (2010), El Asunto (2014), Tambolero (2015), Oye Manita (2016) y Tanguita (2020).

El Carnaval de Barranquilla, en dos oportunidades, 1999 y el 2009, le otorgó el Premio Congos de Oro, en la categoría Lo Nuestro. En el 2013, ganó el Premio Grammy Latino a la Excelencia.

En el 2017, la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia, le otorgó el Doctorado Honoris Causa en Educación.

Ahora sólo queda no lamentar su ausencia en carne viva de los escenarios. Nuestra gratitud para con ella nos indica el deber de continuar con su legado, sin dejar apagar su candela viva.

Sonia Bazanta Vives requiere ser emulada por millares de nuevas Momposinas. Que Dios le otorgue licencia para que pueda ver madurar los frutos que cultivó en la tierra fértil de artistas.

Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente

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