Esa motivación y vitalidad que sentimos cuando algo nos apasiona
¿Cómo la alimentación, el ejercicio y la salud mental influyen en la libido?
La libido es la energía vital del deseo, esa fuerza que impulsa la atracción, la búsqueda de placer y la conexión con otro.
En términos científicos, se refiere al deseo sexual o impulso erótico de una persona, regulado principalmente por factores biológicos, psicológicos y sociales.
Desde el punto de vista biológico, la libido está influenciada por hormonas como la testosterona, los estrógenos y la dopamina, que actúan sobre el sistema nervioso para activar el interés sexual y la sensación de placer.
Pero reducirla solo a una cuestión hormonal sería simplificarla demasiado. La libido también responde a estados emocionales, estrés, autoestima, vínculos afectivos, alimentación, sueño y estilo de vida.
Sigmund Freud la definió como una energía psíquica que impulsa todas las acciones humanas ligadas al placer ya la creatividad, más allá del sexo. En esa línea, la libido puede entenderse como una expresión del deseo de vivir, de experimentar, de conectarse.
En la actualidad, se habla incluso de “libido emocional” o “libido espiritual”, para describir la motivación y vitalidad que sentimos cuando algo nos apasiona.
Así, la libido no es solo una cuestión de cuerpo: también es mente, emoción y energía.
La libido no depende solo del deseo o de la conexión emocional con alguien, sino también del estado de salud y bienestar del cuerpo y de la mente.
“La salud y la calidad de la vida sexual se relacionan con las emociones, las hormonas, la circulación, la fuerza muscular y, sobre todo, con los hábitos cotidianos, como la alimentación, el ejercicio y la manera de enfrentar las situaciones del día a día”, explica el médico nutriólogo Nataniel Viuniski, miembro del Consejo Consultor de Nutrición de Herbalife.
¿Cómo potenciarla?
Comprenda algunas formas en que el estilo de vida se conecta con el deseo sexual y qué aspectos se pueden incorporar para potenciarlo:
- Alimentación equilibrada: Una alimentación nutritiva, rica en grasas saludables (ácidos grasos omega-3), vegetales y fibras (cereales integrales, frutas y verduras), como la Dieta Mediterránea, regula hormonas y favorece el desempeño sexual. Estudios publicados en Journal of sexual Medicine asocian este tipo de alimentación con una mejor función sexual y mayor satisfacción en mujeres con diabetes tipo 2.
Otra revisión de estudios indica que dietas muy bajas en grasa pueden reducir los niveles de testosterona en hombres, una hormona directamente relacionada con la libido. Por eso, conviene evitar planes demasiado restrictivos o desequilibrados.
- Ejercicio físico y deseo sexual: La actividad física moderada y regular contribuye a mejorar la libido en mujeres, según una revisión publicada en Sexual Medicine Reviews. “Ejercicios realizados poco antes de la relación —como una caminata rápida o andar en bicicleta— parecen aumentar la excitación porque estimulan el sistema nervioso y hormonas ligadas al deseo. La práctica constante, durante semanas o meses, también aporta beneficios indirectos al mejorar el humor, la autoestima y la salud cardiovascular, factores que influyen en la satisfacción sexual”, señala Viuniski.
En los hombres, el entrenamiento físico favorece la función eréctil, de acuerdo con algunos estudios. “Aunque el exceso puede tener el efecto contrario”, advierte el médico.
Los ejercicios para el suelo pélvico (conocidos como Kegel) fortalecen los músculos de la zona y mejoran la respuesta sexual tanto en hombres como en mujeres, ya que permiten un mayor control de las sensaciones.
Salud mental y deseo: Estrés, ansiedad y depresión figuran entre los factores que más afectan de manera negativa la libido, en hombres y en mujeres. Una metaanálisis publicado en Journal of sexual Medicine mostró que las personas con depresión tienen más riesgo de presentar disfunción sexual, y quienes atraviesan disfunciones sexuales tienen más probabilidades de desarrollar depresión.
“Esto ocurre porque las condiciones emocionales impactan en la producción y regulación de hormonas como la testosterona y el estrógeno, además de elevar los niveles de cortisol, la hormona del estrés, que inhibe la excitación”, explica Viuniski.
Prácticas como la meditación, la respiración profunda y el mindfulness reducen el estrés y aumentan la conciencia corporal.
Un estudio de la University of British Columbia comprobó que programas de mindfulness enfocados en la sexualidad ayudaron a mujeres a recuperar la excitación y la satisfacción.
“Así como cuidamos el cuerpo, también necesitamos cuidar la mente. Una rutina que incluya descanso, ocio y autocuidado es clave para mantener la salud sexual”, concluye el médico.