Claves para detectar el cáncer de piel a tiempo
Cuando un lunar es una señal de alerta
A simple vista, un lunar puede parecer un detalle estético más de nuestra piel.
Para muchos, incluso, es un rasgo personal encantador.
Sin embargo, no todos los lunares son inofensivos.
En ocasiones, pueden ser señales de advertencia silenciosas de un problema mayor: el cáncer de piel, en especial el melanoma, el tipo más agresivo y peligroso.
Con la llegada de los días soleados y la mayor exposición al sol, los especialistas advierten sobre la importancia de prestar atención a cualquier cambio en la piel.
Un diagnóstico temprano puede marcar la diferencia entre un tratamiento exitoso y una enfermedad avanzada.
¿Qué es un lunar y por qué puede ser peligroso?
Los lunares, conocidos médicamente como nevus melanocíticos, son acumulaciones de melanocitos, las células que producen melanina, el pigmento responsable del color de nuestra piel.
En general, la mayoría de los lunares son benignos y permanecen estables durante años.
Sin embargo, cuando uno de estos cambia en forma, color o tamaño, podría tratarse de una lesión precancerosa o de un melanoma.
“El problema no es el lunar en sí, sino su transformación”, explica el doctor Alejandro Ruiz, dermatólogo especializado en oncología cutánea.
“Un lunar que comienza a modificarse de forma repentina o aparece de nuevo en la adultez debe ser revisado sin demora”.
La regla del ABCDE: el chequeo que salva vidas
Una forma sencilla y efectiva de evaluar si un lunar puede representar un riesgo es seguir la regla del ABCDE, una guía visual desarrollada por dermatólogos:
A – Asimetría: Un lunar benigno es simétrico. Si una mitad no coincide con la otra, es señal de alerta.
B – Bordes: Los bordes deben ser regulares. Si son irregulares, difusos o festoneados, hay que vigilar.
C – Color: Un lunar sano suele tener un solo color (marrón, negro o carne).
Si tiene varios tonos o colores, merece revisión.
D – Diámetro: Los lunares que miden más de 6 mm (aproximadamente el tamaño de un borrador de lápiz) deben observarse cuidadosamente.
E – Evolución: Cualquier cambio en el aspecto, tamaño, color, grosor o síntomas (como picazón o sangrado) es motivo para consultar al dermatólogo.
“Uno de los errores más comunes es pensar que, si un lunar no duele, no es grave”, advierte Ruiz.
“La mayoría de los melanomas no producen dolor en sus primeras etapas. El cambio visual es la clave.”
Exposición solar y antecedentes: los factores de riesgo
El principal factor de riesgo para desarrollar cáncer de piel es la exposición excesiva al sol, especialmente sin protección.
Las quemaduras solares durante la infancia y adolescencia aumentan significativamente el riesgo de melanoma en la adultez.
Las camas solares, utilizadas por razones estéticas, también son altamente peligrosas.
Otros factores que elevan el riesgo son:
– Tener piel clara y ojos claros.
– Poseer más de 50 lunares.
– Antecedentes familiares de melanoma.
– Haber sufrido quemaduras solares frecuentes.
– Sistema inmunológico debilitado.
Revisiones periódicas y autoexploración
Los expertos recomiendan realizar una revisión dermatológica al menos una vez al año, especialmente si se tiene alguno de los factores de riesgo mencionados.
Además, la autoexploración mensual frente al espejo puede ayudar a detectar cambios a tiempo.
“Es fundamental conocer nuestra piel”, señala la doctora Cecilia Marín, dermatóloga.
“Observar los lunares, tomarse fotos cada ciertos meses y comparar es una forma sencilla de prevenir. Y si hay dudas, mejor consultar a tiempo.”
La importancia del diagnóstico precoz
El melanoma puede diseminarse rápidamente a otros órganos si no se detecta a tiempo.
Sin embargo, si se diagnostica en fases iniciales, las tasas de curación superan el 90%.
El tratamiento suele consistir en la extirpación quirúrgica de la lesión, y en algunos casos, se acompaña de inmunoterapia o radioterapia.
Un mensaje para no olvidar
El cáncer de piel no discrimina edad ni género, y aunque su incidencia va en aumento, también lo hacen las herramientas para detectarlo precozmente.
El sol, fuente de vida y alegría, también puede ser un enemigo silencioso si no se toman las precauciones adecuadas.
“No se trata de vivir con miedo al sol, sino de aprender a protegernos y a escuchar a nuestro cuerpo”, concluye el doctor Ruiz.
“Un lunar puede ser una simple mancha… o una alerta que salva vidas. La diferencia está en mirar con atención.”